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Antonio Jiménez Millán | Poeta

"París tiene un valor fundamental de símbolo de la cultura moderna"

  • El entrevistado ha obtenido el XII Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado con su obra 'Noche en París', un libro que celebra la amistad, la memoria y la cultura

Antonio Jiménez Millán.

Antonio Jiménez Millán. / Antonio Pizarro

Antonio Jiménez Millán (Granada, 1954), ensayista, poeta, catedrático de Literaturas Románicas en la Universidad de Málaga, termina esta entrevista leyendo uno de los poemas de Noche en París, libro con el que ha obtenido el XII Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado. El poema se titula Boleros, y contiene uno de los temas que se van desarrollando en el poemario: la importancia del arte a la hora de construir nuestros recuerdos. De este, y de otros asuntos, trata la conversación.

-'Noche en París' es un libro en el que la memoria es un tema destacado. Pero nos avisa en un verso: “Sabed que no es nostalgia”. ¿Hay que evitar la nostalgia al acercarse al pasado?

-No se trata tampoco de evitar la nostalgia. A veces, inevitablemente, surge esa mirada nostálgica cuando nos proyectamos hacia el pasado. Aunque me parece importante distinguirlas, memoria y nostalgia, porque cuando se ha escrito sobre mi poesía quizá ha habido una insistencia en esa mirada nostálgica, cuando, sin embargo, se trata fundamentalmente de la memoria. Para mí la memoria es fundamental. Tanto en el plano individual como colectivo; es decir, histórico. Sin memoria no existe la identidad. No existe la identidad personal y tampoco existiría esa identidad colectiva.

-Estamos ante un poemario que trata distintas artes: la música, la pintura, la literatura y la fotografía. ¿En qué convergen estas cuatro disciplinas?

-Convergen en una serie de referencias culturales que siempre son, en el fondo, referencias vitales. Es decir, tanto los homenajes literarios como el análisis de determinadas formas de acercamiento a la realidad, como la pintura, la música… son formas de aproximación a la experiencia. Son enfoques diferentes pero similares. El mismo enfoque se te da a través de la pintura, de Picasso, de Edvard Munch, de Juan Genovés, o de la fotografía, con fotógrafos como Brassaï, o luego, también, a través de la música.

-Y también está presente la cultura francesa, que usted ha estudiado y conoce -Apollinaire, Jacob, Cocteau…-. ¿Qué ha supuesto Francia para nuestra cultura moderna?

-Para mí ha sido una cultura fundamental: Francia. En concreto, París. Por eso yo he titulado este libro Noche en París, sabiendo de la cercanía con el título de la película de Woody Allen, que comentaba Jacobo Cortines, Midnight in Paris. Tiene este poemario mucho de evocación cultural y de la consideración de París como símbolo. Como un símbolo muy peculiar de la cultura contemporánea.

París fue el centro de las vanguardias, pero también fue el centro del existencialismo, y fue el centro de la Nouvelle vague y del Nouveau roman; es decir, de renovaciones tanto en el terreno literario como en el terreno cinematográfico, pictórico y, en cierto modo, también musical. En definitiva, para mí París tiene un valor fundamental de símbolo de la cultura moderna a través del cual se filtran diferentes miradas.

-¿Qué es lo más importante que le ha dado la poesía?

-La posibilidad de reflexionar sobre determinados momentos de mi vida. Ahí está de nuevo el papel fundamental de la memoria, como hablábamos. También me ha dado una manera de relacionarme con el mundo. Te diría, incluso, que me ha proporcionado la posibilidad de mantener unas amistades muy sólidas, basadas en la admiración. Sobre todo en poetas de la generación a la que yo pertenezco. Estoy hablando, por ejemplo, de Luis García Montero, Felipe Benítez Reyes, Carlos Marzal, Aurora Luque, Vicente Gallego…

-Sí. Se lo preguntaba por la cantidad de amigos y amigas que figuran en este libro, en las dedicatorias. Este poemario rompe con un tópico literario: lo difícil de la amistad entre poetas.

-Totalmente. Es que para mí la poesía es también una forma de fortalecer la amistad y las relaciones personales. Nunca la he entendido de otra manera. Si tú la entiendes como una forma de envidia, mal vamos. En un poema en prosa de la parte de Noche en París hablo de eso: de cómo hay que olvidar las rencillas provincianas y las discusiones localistas. Porque es una cosa absolutamente absurda, que nos distrae de lo fundamental: el valor de la cultura y el valor de la amistad.

-Ha mencionado antes a Felipe Benítez Reyes. Y precisamente escribe el autor gaditano, en una cita que precede al apartado de los poemas relacionados con la música, que esta es “invulnerable al tiempo”. ¿Es ese el principal valor de lo musical?

-Sí. La música es una forma de viajar en el tiempo. De recuperar tu pasado. La música te vincula claramente con momentos muy concretos de tu historia y de tu propia vida. Es una manera de recrear una determinada experiencia que ha tenido un valor importante para cada uno de nosotros. En este libro, Noche en París, lo hago con experiencias amorosas, sobre todo. Una música te lleva a un momento concreto de tu vida y a una persona muy concreta, que es absolutamente inconfundible. Yo no pienso que la memoria uniforme todos los recuerdos y todos los cuerpos, sino, al contrario, los distingue perfectamente.

-Titula un capítulo titulado 'Sentimental mood'. ¿No es el sentimentalismo un riesgo en la poesía?

-Evidentemente es un riesgo, por eso merece la pena afrontarlo. Porque, si no, si uno no arriesgara, pues para qué escribe. La escritura poética siempre conlleva un riesgo. El meterse en terrenos difíciles. Y así es: los sentimientos son territorios bastante complicados.

Cuando me han preguntado qué riesgos corre la poesía y, sobre todo, una poesía que aborda los sentimientos, digo que corre el riesgo de caer en lo cursi. Ese es un riesgo que cualquier poeta que tenga cierta conciencia de su obra debe tender a evitar: caer en la cursilería.

-Hablando de memoria, paso del tiempo, nostalgias… y por su trabajo en la universidad, tengo que hacerle la pregunta: ¿cómo ha sido la evolución de la universidad española en estas últimas décadas?

Es difícil hacer un balance. Yo, en este sentido, soy un poco pesimista. Porque en los últimos años estoy constatando una bajada de nivel del alumnado que se traduce en que han perdido muchos referentes de cultura general. Hablo de cine, de literatura… Pero, bueno, el trabajo del docente consiste en transmitir una información, unos contenidos y unos estímulos.

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