Cultura

Pasión por la línea

  • Vicenç Furió, propietario de la extraordinaria colección de estampas que exhibe el Bellas Artes de Sevilla, reivindica los valores estéticos del género

Detalle del 'Apocalipsis' de Durero, que también se exhibe en Sevilla.

Detalle del 'Apocalipsis' de Durero, que también se exhibe en Sevilla.

Pocas obras se conservan hoy del pintor y grabador francés del siglo XVII Claude Mellan. Pero una de ellas podría considerarse, a todas luces, una obra maestra. Se trata de la estampa del rostro de Cristo que el artista realizó a buril en 1649 a partir de un único trazo en espiral. La línea empieza a dibujarse en la punta de la nariz hasta alcanzar 159 surcos que jamás se cruzan. El grosor de cada uno de ellos otorga, en un alarde de precisión, la forma final a la boca, la barba, la nariz, los ojos y la corona de espinas.

Esta imagen es uno de los reclamos de la exposición El arte del grabado antiguo. Obras de la colección Furió. La muestra contiene algo de revelación: es una feliz indiscreción de taller adentro. Hay en ella casi un paseo furtivo por aquel espacio de penumbra que durante siglos fue el grabado. "A menudo se le ha considerado una disciplina menor, pero es fundamental para explicar la Historia del Arte", destaca el comisario y coleccionista Vicenç Furió, propietario de las casi setenta estampas que cuelgan hasta el 18 de junio en el Museo de Bellas Artes.

Coleccionar grabados es la forma más económica de llegar a los grandes maestros"

Convocado por la Asociación de Amigos de la pinacoteca sevillana, Furió habla de su pasión por los grabados, una expedición vital resumida hoy en la importante colección de estampas que atesora. "Es un placer estético e intelectual poder ver de cerca, tocar con los dedos y comparar una al lado de otra obras de Durero, Rembrandt y Goya. Si hablamos de artistas de primera línea, esto es posible hacerlo con los grabados, ya que se pueden adquirir a precios relativamente asequibles. Si hablamos de pintura, es totalmente imposible, salvo que tengas una fortuna".

Detalle de la 'Santa Faz' del pintor y grabador francés Claude Mellan. Detalle de la  'Santa Faz' del pintor y grabador francés Claude Mellan.

Detalle de la 'Santa Faz' del pintor y grabador francés Claude Mellan.

Así, en un golpe de intuición y fortuna, el también profesor de la Universidad de Barcelona halló en el mercado de Portobello, en Londres, uno de los grabados originales del Hércules de Durero. "Lo compré a un precio razonable porque creía en la autoría, pero no tenía seguridad. Lo más sorprendente ocurrió cuando llegué al British Museum, donde trabajaba entonces, y descubrí allí el matriz de madera original de la obra. La comparación bastó para demostrar que se trataba de una estampa de Durero. El tamaño y las líneas encajaban perfectamente".

Las estampas tuvieron la función de reproducir pinturas, de dar a conocerlas a un mayor número de público, aunque traducidas al blanco y negro, como hizo el grabador Raimondi con las pinturas de Rafael, en las que introdujo, a veces, importantes variaciones compositivas. "Es importante recordar que hasta el nacimiento de la fotografía fue la forma de arte que tenía más difusión", indica Furió. Otras veces los grabados favorecieron la difusión del conocimiento en las ilustraciones de los libros científicos. Así, una xilografía de finales del siglo XV es la primera reproducción completa del esqueleto humano.

Pero los grabados son también, en ocasiones, obras de arte autónomas, "con valor por sí mismas", en palabras de Vicenç Furió. Así, Durero plasmó un cuento popular de la época en la estampa El cocinero y su mujer (1496-97). Hacia 1655 Rembrandt ejecutó El orfebre, donde representó a un artista trabajando en su taller en una alegoría de la caridad, simbolizando quizás la dura etapa vital por la que atravesaba. Hendrick Goltzius dejó sin terminar La adoración de los pastores (1600), acaso al descubrir la fuerza expresiva que ya tenían los personajes apenas alumbrados por una vela.

A la hora de tasar una estampa juegan diversos factores como la calidad de impresión, la rareza y si se trata de una original o de una copia. "Es importante conocer cuántas planchas se hicieron y cuántas se conservan", expone Furió, quien cita como ejemplos extremos al francés Gabriel de Saint-Aubin, del que se conserva en la Biblioteca Nacional de Francia la única reproducción existente de su grabado L'Académie particulière, y al valenciano Mariano Salvador Maella, autor de un único grabado a lo largo de toda su trayectoria artística. De éste último hay cuatro copias.

Otro caso singular es el de El Coloso de Goya, del que sólo se conservan sólo seis ejemplares, todos, por cierto, en manos de instituciones públicas. Esta estampa fue realizada en la misma fecha que Los Desastres de la Guerra, de la que existen varias ediciones y, por tanto, centenares de estampas de calidades muy distintas. "Nunca sabremos por qué el aragonés hizo tan pocas de una y tantas de la otra serie. Si todo en el mundo de Goya se mueve en importantes cantidades, un nuevo Coloso alcanzaría una cifra verdaderamente astronómica", señala. Es pura pasión por la línea.

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