GANADERÍA: Cinco toros de Jandilla y uno de Vegahermosa, aceptables de presentación y de juego variado. El mejor, el sexto, Envidioso, número 17, con clase, fue premiado con la vuelta al ruedo. TOREROS: Miguel Ángel Perera, como único espada: ovación, saludos tras petición, oreja, ovación, dos orejas y dos orejas y rabo. Incidencias: Plaza de toros de Gijón. Tres cuartos de entrada.

El diestro Miguel Ángel Perera cuajó una importante tarde en su encerrona en Gijón, que terminó con la guinda del sexto toro, al que toreó a placer y al que cortó un rabo de ley, tras cuajarlo de principio a fin. Ese fue el cénit de una tarde que estaba siendo condicionada por el juego de los toros de Jandilla, en la que Perera volvió a dar dimensión de figura del toreo, cuajando al toro bueno como al incierto y complicado, brillando por su firmeza, seguridad y temple.

Fue en ese sexto toro cuando Perera y la plaza de Gijón explotaron de verdad. Primero, porque el de Vegahermosa rozó la perfección. Y segundo, porque delante tuvo a un torero que no sólo sabía lo que hacía, sino que toreó a placer y estuvo sensacional tanto con el capote, banderillas y muleta. Perera salió espoleado buscando un cierre triunfal con el de Vegahermosa, al que apenas picó. Perera se atrevió a banderillear y se rompió a torear. A placer. En muletazos largos, profundos, hondos y rotundos, de mano muy baja, cuajándolo de cabo a rabo por los dos pitones. Tras irse a por la espada, se solicitó el indulto, que no fue concedido por el presidente.

Tras dejar la espada, se armó el escándalo cuando el presidente concedió la vuelta al ruedo y sólo dos orejas al torero. El público entró en cólera y finalmente el presidente accedió a darle los máximos trofeos.

Con el resto de toros, Perera estuvo en función de las condiciones de sus oponentes. La primera oreja le llegó en el tercero, con clase y al manso quinto le cortó dos orejas gracias a su firmeza y a una estocada certera.