Perrate y Za! | Experimentación con el flamenco

"Los críticos de flamenco deben ser constructivos"

  • Tomás de Perrate y Za! se unen en un reto experimental alrededor del flamenco y la música electrónica que tendrá su primera representación en el concierto final del ciclo de 'Música y Museos' el jueves en el Museo de Artes y Costumbre Populares.

Tomás de Perrate y Za! durante los ensayos en La Mina

Tomás de Perrate y Za! durante los ensayos en La Mina / Javier Rivera

Cuando hice la crítica del concierto de los Irreductibles de Nocturama el pasado mes de diciembre en el Teatro Central escribí que hace falta tener los huevos muy gordos para decir que el nu metal es como el flamenco, en una sala en la que se encuentra ante ellos Tomás de Perrate. Quien afirmó eso fue Edi Pou, batería y percusionista que, junto a Pau Rodriguez, guitarrista y programador, da forma a Za!, el proyecto musical excitante, apasionado y visceral que cerraba la noche con su espectáculo divertido y único. Tomás había asistido para disfrutar de Marco Serrato, con el que ha compartido algunos de sus proyectos y también estaba en el programa. Allí conoció a Edi y Pau, con los que estableció la relación musical que ha fructificado en el concierto que cierra el ciclo de Música y Museos, el jueves en el Pabellón Mudéjar, despertando tal interés entre los espectadores, la crítica y los profesionales del flamenco y la música electrónica, que la organización ha tenido que aumentar el aforo de las noches anteriores para poder responder a la demanda. Y ni eso ha sido suficiente.

Es mucha la curiosidad por escuchar lo que ha podido salir de esta singular colaboración, de la que yo mismo he tenido ya alguna muestra en los estudios de La Mina, donde los tres han ensayado y puesto a punto el repertorio de piezas que presentarán, de nombres descriptivos y evocadores como Posible soleá, Tomwaitseando -título que quieren cambiar a Tomaseando- o Patrón Midi, en la que Tomás de Perrate se luce poniendo su voz al servicio de un magnífico compás flamenco que posteriormente, cuando Edi pasa el bombo a negras, se convierte de forma casi inadvertida en techno de Detroit.

-¿Qué recuerdos guardan ustedes de aquella noche y qué les llevó a conocerse?

-(Edi) ¿De verdad dije eso del flamenco? Son cosas que surgen con el frescor del momento, pero me costaría trabajo argumentarlo. (Tomás) Yo la disfruté muchísimo. Ellos fueron el colofón y como ya me había tomado algunas cervezas acepté sin pensarlo la propuesta de Javier Rivera -coordinador en la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales y antiguo batería de Pony Bravo- de que nos conociésemos. Después tuvimos algunos encuentros vía Zoom y sin saber muy bien a dónde iba, me dije que por qué no; es mi tiempo y quiero aprovecharlo con todas las oportunidades que surjan. Y el resultado ha sido genial. He estado toda esta semana anterior con mucho miedo, pero los audios que me enviaron los he machacado y me han servido para conocer a Edi y Pau tan bien que cuando hemos llegado aquí todo ha sido como andar por casa. (Edi) A mí me encantó que el primer día que quedamos para ensayar Tomás dijese: vengo preocupao; y lo que dijo al marcharse fue: me voy tranquilo. (Tomás) Estamos muy lejos conceptualmente. Yo me meto en todos los charcos, pero este era muy hondo.

-¿Y el flamenco ha salido a flote bien desde esas honduras?

-(Tomás) La verdad es que sí. Mi intención ha sido respetar la parte de ellos, no traérmelo todo a mi sitio, que hubiese sido lo más cómodo; pero no quería apropiarme de todo el espacio y he procurado, aunque no sé hasta qué punto lo he conseguido, mediar entre una cosa y otra. Evidentemente, las letras son de mi repertorio, pero los arreglos no, los intermedios, las falsetas… me siento muy orgulloso de un tema que hemos hecho en plan guitarrista flamenco y voz, en el que Pau me ha hecho falsetas con su guitarra eléctrica después de que yo le echase un cantecito. Ha sido una cosa muy entrañable, un recuerdo de su abuelo, que me causa mucho respeto. (Pau) Nuestra toma de contacto fue muy sensible, con mucho espacio para la fragilidad y eso me inspiró una gran confianza a la hora de proponer cosas que meter encima de los ritmos, en las cuerdas de la guitarra para que sonase diferente, en la microfonía de la batería para distorsionarla; esa confianza da pie a que te puedas mostrar y yo hace unos años comencé a hacerle una cancioncilla a mi abuelo, que cantaba algo de flamenco cuando se animaba un poquillo y recuerdo que cuando paseábamos de la mano íbamos caminando al ritmo que él marcaba cantiñeando. Es una marca inconsciente que me quedó, esos tarareos por lo bajini me inspiraron para hacer melodías y esta me cuadraba perfectamente con la sensibilidad de Tomás; así que me atreví a enviársela y me la devolvió con una letra que asienta perfectamente con mi momento vital. (Edi) Es un buen ejemplo del tipo de adaptación que hemos tenido, porque en todo lo que nos encontrábamos nos preguntábamos si había flamenco. Sobre todo, lo que hay es un gran respeto por el compás, aunque hayamos jugado mucho con él, por ejemplo, con los delays, que es un recurso que usamos mucho en Za! (Tomás) Como en Jerez se den cuanta de esto, los palmeros me van a matar, porque con solo uno de ellos ya va a haber bastante; Pau ha contado bien cómo van los rebotes y con un solo palmero parece que hay muchos, ¡y todos van a compás!

-Rocío Márquez ponía la misma cara de asombro que usted cuando me hablaba de lo que podía sacar Bronquio de sus aparatos electrónicos.

-(Tomás) Claro; es que los flamencos estamos descubriendo ahora la electrónica. Y yo no he acabado; estaba buscando loopers para meterme en ella, porque no tenía ni idea, y eso que he trabajado con Miguel Marín y mucha otra gente que tiene electrónica en su trabajo. Pero esto ha sido impresionante.

"Yo ya no me voy a creer a nadie que diga que el flamenco es libre, porque es mentira; en el flamenco no hay ni un palo que sea libre, están todos sujetos a un compás"

-Hablan ustedes mucho de respeto. ¿No ha habido ninguna clase de desafío para imponer su estilo?

-(Pau) El primer desafío fue enviarle un audio que grabamos, que estaba en 5/4, un tiempo muy particular. Eso fue una provocación y cuando lo recibimos de vuelta el desafío nos tocó a nosotros con el rollo que Tomás se marcó. (Edi) Nos devolvió un reto que era muy de Za!, y fue un estímulo que nos gustó mucho, porque a ese compás, él con el Logic le metió uno de 6/4, cantando encima del de cinco y al final hemos compuesto la canción así. Para la persona que lo escuche es flamenco, pero apela también al minimalismo de este juego de ritmos y te lleva a otros terrenos. (Tomás) La idea principal era también el reto personal de tener mi set de percusión. Nadie me ha visto tocar percusión y aquí voy a llevar unas congas que nunca han salido de mi casa a pesar de que tienen más de treinta años. Será la primera vez que las use en un concierto.

-Con esas diferencias de ritmos, ¿les ha sido más difícil adaptar unos palos flamencos que otros?

-(Pau) No lo sé; porque yo no me he enterado muy bien de los palos. En términos conceptuales soy muy ignorante sobre el flamenco; lo que sí siento es que musicalmente la pulsación y el ritmo ocupan un sitio común. (Tomás) Cuando cantamos por soleá, por seguiriyas o por bulerías, estamos haciendo un compás de doce tiempos, una amalgama de doce tiempos que nosotros reducimos a cinco -lo demuestra con golpes de nudillos en la mesa para que lo entienda-, es el que usan los bailaores. Canto los palos mencionados, una especie de bolero, unos pregones, mi repertorio habitual, pero adaptándolo. Y sobre todo, como dijo antes Edi, respetando el compás; yo ya no me voy a creer a nadie que diga que el flamenco es libre, porque es mentira, en el flamenco no hay ni un palo que sea libre; ni los tarantos, ni los fandangos, ninguno; están todos sujetos a un compás. Si puedes entrar y pillarlos, bien; si no, te falta un cachito todavía. Incluso a los pregones, que son un grito al aire, hemos sabido meterle una base apropiada. (Edi) Es con lo que más estoy disfrutando: jugando con estos compases y combinándolos con otras texturas, sumándole otros… (Pau) Hay algo ancestral, sin que necesariamente sea tribal, ampliando las canciones; no es una idea exótica, sino que hay una conexión con algo antiguo, que me entusiasma. Como esa historia de Tomás sobre Steve Kahn, tan psicodélica, que parte de una vivencia suya. (Tomás) Kahn era un fotógrafo de élite que estuvo en Morón en los años 70; no en torno a la base militar, sino que vino con María Silver, La Marrurra, y otros americanos en torno a ella y a Diego del Gastor. Cuando empecé a cantar y Kahn se enteró vino a verme y me trajo tres horas inéditas de mi padre, grabadas a la perfección. Ese es mi catecismo. A Edi y Pau les conté mi historia, con una letra sobre la luna, de un antepasado mío, que es Pepe Torre, el abuelo de José de la Tomasa, que Mairena hizo después con otra melodía diferente y nosotros la hemos hecho con la original. Yo no quiero ni pretendo que todo esto sea perfecto; si hay un grado de imperfección será bienvenido.

Za! y Perrate durante sus ensayos en La Mina Za! y Perrate durante sus ensayos en La Mina

Za! y Perrate durante sus ensayos en La Mina / Javier Rivera

-¿No les asusta que la balanza se incline más hacia la imperfección?

-(Edi) No; porque lo que hacemos exuda riesgo y es muy interesante vivirlo acompañándonos. (Tomás) Es más, yo no tengo ni idea no ya de cómo saldrá mañana, sino de cómo salió ayer. Ahora mismo tendría que hacer un ejercicio de memoria. En cualquier otra situación habría estado toda la noche pensando, haciendo anotaciones y para esto no tengo grabado ná, ya irá saliendo. Que creo que es también una forma muy noble y novedosa de afrontar la música, algo que he aprendido de Pedro G. Romero y su deconstrucción de la música. (Edi) Y el flow también es importante; fluir, dejarse llevar y entrar en el estado que buscamos Pau y yo al tocar. (Pau) Sin muchas expectativas. Como esto que dice Tomás de estar en el presente; cuando uno piensa en qué pasó ayer, qué pasará mañana, es inevitable que active el peso del pasado o la elucubración del futuro. Nosotros tres afrontamos la situación como si fuésemos a pescar, pero sin pensar en si vamos a pillar un atún de tres kilos o a lo mejor solo un mejillón.

-¿Esa falta de expectativas a la hora de crear la música es aplicable también a la de darla a conocer? ¿Este trabajo que habéis hecho se queda aquí o tendrá continuidad?

-(Tomás) Que sea lo que Dios quiera. (Edi) Si antes de conocer a Tomás mi pensamiento era que ya veríamos, en vista de lo que hemos conseguido en unos días a mí me apetece repetirlo y creo que el sentimiento es compartido por los tres. Incluso estábamos pensando en grabar un poco de lo que estamos haciendo aquí en el estudio, pero no nos va a dar tiempo, aunque eso ya ocurrirá. Si esto nos ha salido con tan poco tiempo juntos, eso es una señal de que hay que seguir.

"Tener tanto pedigrí está muy bien, le estoy muy agradecido a todos mis mayores, pero eso ha hecho que yo me he haya sentido atrapado en muchos momentos"

-Han creado ustedes mucha expectación y las peticiones de entradas para su concierto se han disparado. Muchos promotores están interesados en ver qué les ha salido, con vistas al futuro.

-(Tomás) Pues ahí estaremos. Una cosa sí le digo, con la edad que tengo ya, me he dado cuenta de que no importa el futuro, sino el aquí y ahora: que mi tiempo tengo que disfrutarlo yo, y el que venga detrás que arree. Tener tanto pedigrí está muy bien, le estoy muy agradecido a todos mis mayores, pero la vida de ahora es la mía; la de mi nieto, que está empezando; la de mis hijas, que la disfruten; yo no tengo que cumplir con nadie más que conmigo mismo y con la gente que me quiere. Porque es que yo me he sentido atrapado en muchos momentos… cuando me decían que mi abuelo era enciclopédico, que mi padre también, que todo el flamenco de Jerez está en mi sangre, que todos los seguiriyeros están ahí, eso me llevaba a tener que vestir de un modo determinado, a adoptar una postura. Y me dije, ¡venga ya, queréis dejarme en paz! Ahora me va mucho mejor; me gusta llevarme bien con todo el mundo, pero me alío con la gente que me quiere y con todos los artistas que me uno lo hago por cariño a ellos y a la música. (Edi) Escuchar a Tomás es liberador. Con esa actitud es imposible traicionar a todo lo que dice que hay detrás. Yo soy muy ignorante en cuanto al flamenco e incido en lo del respeto que le tengo; nunca me hubiese atrevido a hacer algo como esto de no haber sido de la mano de Tomás. Al entrar me di cuenta de que hay que mantener esa honestidad, esa autenticidad, y a partir de eso no se traiciona a nadie. (Tomás) Más aún, yo veo a veces a algunos compañeros y los noto como impostores: ¿qué están tratando de representar?, ¿qué quieren? O a tanto crítico de flamenco con tan mala leche, cuando deberían ser constructivos, animar a los artistas y no tirarle los esquemas por los suelos. (Pau) Hablando no solo del flamenco, sino de todos los valores tradicionales, si la tradición no puede estar al servicio de la funcionalidad, del espacio y de que la gente se desarrolle a sí mismos, no sirve; la tradición así se convierte en una cárcel, se vuelve algo crítico, normativo, rígido; a partir de ahí toda la tradición tiene una actitud defensiva y se piensa que si alguien se sale de ella está cometiendo una traición. (Edi) Si realmente profundizas en la historia de la música popular, no solo en el flamenco, también en la música catalana, los cantos del sur de Portugal, contrapuntos folclóricos con los que hemos estado trabajando, te das cuenta de que la tradición siempre va evolucionando. Hay momentos en que un poder o una institución legitima una imagen de lo que es tradicional, que cambiará al cabo de un siglo. Volviendo a lo de Portugal, los acordeones allí son tradicionales de toda la vida, sin embargo se introdujeron durante la Primera Guerra Mundial, fueron una especie invasora, como los cangrejos de Australia, que llegó sonando tan fuerte que se cargó a todos los instrumentos anteriores que sonaban en el país. A partir de ahí el acordeón es Portugal; pues no, es francés y ahí solo lleva un siglo, que en la historia de la humanidad es anteayer. (Tomás) Igual está pasando ahora con la electrónica en todas las músicas y en todas las disciplinas. (Pau) O con el cajón, un instrumento que viene de fuera y ahora representa claramente el flamenco. (Tomás) Hay ciertas dudas sobre eso, pero vale para ilustrar lo que decimos; es una cosa antiquísima que se actualizó a partir de Rubén Dantas, y él es más joven que yo, con eso te lo digo tó. Antes no había cajón, la duda está en si ya existía eso en Perú y nos lo trajimos o fue de aquí para allá y luego ha vuelto. (Edi) Hay que entender que no se trata de fotografías estáticas, que los pensamientos evolucionan. Mira la sardana, de la que hemos hecho un estudio en este último año trabajando con músicos de copla de sardana, y nos decían que hay discusiones intestinas sobre si toda la vida se ha bailado con los brazos arriba, los brazos abajo o si se va cambiando arriba y abajo (Pau) E incluso dan una explicación política de eso. Hay un libro de un sardanólogo, que se llama En contra de la falsa sardana, todo entero argumentando sobre si los brazos se levantan o no y da una interpretación política, diciendo que levantarlos era una respuesta catalana de sumisión; es un estudio fascinante. Al punto al que quiero llegar es que si estas pajas mentales no están al servicio de que a ti te saquen una sonrisa cuando estás tocando, no sirven de nada.

-Se me han ido ustedes mucho por las ramas y en realidad lo que yo quería saber es si ha salido bien esta mezcla del acerbo popular con la experimentación contemporánea.

-(Edi) Este equilibrio de la cultura popular mezclada con lo experimental, aparentemente no debería existir, pero casan muy bien. Y lo hacen porque si algo se ha mantenido tanto tiempo, pese a su evolución, es porque hay un consenso y tiene un gran peso. Y lo experimental es lo más efímero que hay. Mezclar una música experimental con otra música experimental es muy pasajero, producto de una moda. Experimentar es como marcar fronteras, puede ser muy pretencioso, pero hay que entenderlo como un juego. Nosotros pensamos que experimentar es hacer algo sin saber cuál será el resultado. Pero al sumarle el componente tradicional el resultado es más predecible porque ha estado validado muchas veces.

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