Cultura

Pinceladas victorianas en la Arcadia española, el "mundo sin tiempo"

  • Una exposición en la Casa de la Provincia refleja las visiones de la España del XIX en la pintura británica

Aguadores, toreros, curanderos, pitonisas, limosneros, curas, coloridas caravanas de gitanos, muchachas de ojos negros como pozos y mirada zalamera... Vistas de atardeceres en la Alhambra, de la Torre del Oro y la Giralda, de arrabales, coquetas y bulliciosas plazas, puentes romanos y otros vestigios de antiguos esplendores, edificios de arquitecturas góticas y platerescas en Antequera, Málaga, Murcia, Toledo, Burgos, Alcalá de Henares... En la segunda mitad del siglo XX, los (pen)últimos pintores ingleses adeptos a la noción romántica del grand tour se lanzaron a recorrer España, para acabar afincándose en ella durante años en muchas ocasiones, casi siempre viviendo de los ingresos que les procuraba el pujante mercado de la pintura viajera en Inglaterra, cuyas clases altas, en aquellos tiempos, estaban por lo general encantadas de decorar sus interiores burgueses con estampas exóticas, embrujos ancestrales y otras expresiones de la vida salvaje, intensa y auténtica en una sociedad, por lo demás, mayormente ficticia y construida en gran medida por los anhelos de los visitantes foráneos.

Una exposición, organizada por la Fundación Unicaja y titulada La visión de España en la pintura victoriana y la pervivencia del modelo romántico, podrá verse en la Casa de la Provincia hasta el próximo 2 de septiembre a modo de nuevo testimonio del poderoso hechizo que supuso para los artistas extranjeros la España del XIX. Un total de 75 obras, procedentes todas ellas de una colección particular, componen la muestra, que por lo demás ratifica una vez más hasta qué punto -muy profundo- el imaginario romántico es, fundamentalmente, un imaginario del folclore andaluz, ampliamente representado en la selección de piezas, acuarelas sobre papel -en la primera parte del recorrido, dedicada a paisajes y vistas- y óleos sobre lienzo -en el segundo y mayor apartado, con retratos y escenas de una vida cotidiana codificada e idealizada- realizados entre 1856, fecha en la que está datado el cuadro más antiguo, y 1956; aunque la gran mayoría de obras abarcan los últimos 50 años del siglo XIX. John Philip, Edwin Long, John Bagnold Burgess, Henry Charles Brewer y William Ewart Lockhart, entre otros artistas, firman unos cuadros que, si bien no acreditan el pasaporte al Olimpo romántico inglés del que forman parte sus maestros y predecesores Constable o Turner, sí que exhiben "un rigor y una excelencia técnica incontestables", dice el comisario de la exposición, el historiador del Arte y catedrático emérito de la Universidad de Granada Ignacio Henares.

"Es una pintura en la que el paisaje y la antropología son asuntos centrales", explica el comisario, que destaca el valor de los cuadros no sólo desde una perspectiva meramente estética, sino también como documentos de una época y del modo en que se construyó y evolucionó la sensibilidad del Romanticismo. "No vamos a ocultar que es una pintura cargada de prejuicios ideológicos, si bien estos prejuicios son amables -señala Henares-. Estos pintores llegaban a España, a Andalucía, estresados por la sociedad industrial inglesa, por su economicismo burgués, y éste le parecía un mundo sin tiempo, una comunidad arcádica". Lógico, por tanto, que esto es lo que se empeñaran en vender en el floreciente mercado inglés, y además con una mirada, muchas veces, "pre-fotográfica". "Es otro de los aspectos más interesantes de la muestra -concluye-. Esta pintura convive con los primeros logros del daguerrotipo y la fotografía, lo que explica el intento, en muchos cuadros, de detallar la realidad casi científicamente. Es fácil apreciar intercambios entre tales modelos expresivos".

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