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ZAHIR ENSEMBLE | CRÍTICA

Poe, Hopper, Hitchcock

Zahir Ensemble.

Zahir Ensemble. / D.S.

Edward Hopper pintó en 1925 el cuadro Casa junto al ferrocarril, un aparentemente inocente paisaje habitado tan sólo por una monumental mansión, si bien al rato de su contemplación nace cierta sensación de desasosiego. Alfred Hitchcock, treinta y cinco años más tarde, supo captar ese aura de misterio y la tomó prestada como modelo para la mansión victoriana de Norman Bates en Psicosis. Y, como un hipertexto más, Reinhard Febel la toma como personaje de su ópera de bolsillo poniéndola en relación con la atmósfera de los relatos de Edward Allan Poe (imposible no pensar en The fall of the House of Usher) para la segunda parte de su trilogía basada en cuadros de Frida Kahlo, Hopper y Velázquez. Febel diseña un discurso sonoro que abunda en el perfil de inquietud, de misterio y de claustrofobia, a base de líneas sinuosas que giran sobre sí mismas y que se asientan sobre trémolos y que se agitan como oleadas de tensión creciente. Ese efecto fue conseguido a la perfección por Juan García con la complicidad de un Zahir en plenitud de forma, con juegos de timbres y precisión total. Ito y Damas aportaron la contundencia sonora de sus voces, incluso por encima del, a veces, excesivo volumen del conjunto instrumental.

Ligeia, sobre el relato anónimo de Poe, se limita a gemidos y susurros de las cantantes como complemeto a la estupenda actuación de Acuña y sobre una base de rítmico minimalismo y juegos tímbricos.

Escueta pero eficaz puesta en escena, con interesantes juegos de luces y colores.

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