Cultura

Poniatowska afirma que Leonora Carrington se adelantó a su tiempo

  • La escritora mexicana regresa a las librerías con 'Leonora', la obra con la que ganó la última edición del premio Biblioteca Breve, en la que repasa la vida de la artista

Empeñada desde su niñez en ser diferente, la pintora surrealista Leonora Carrington buscó la libertad a través del arte, viviendo una existencia atormentada que es recreada por la mexicana Elena Poniatowska en Leonora, una suerte de "homenaje" a una mujer "rebelde" que se adelantó a su tiempo.

Leonora llega estos días a las librerías de España y América Latina avalada por el prestigioso premio Biblioteca Breve 2011, con el que Poniatowska ha sido reconocida por una obra en la que, según confesó ayer, ha tratado de no decir algo que pudiera molestar a la última pintora surrealista viva, a pesar de saber que ésta nunca leerá ni una sola página.

Aun así, la escritora, también muy conocida por sus trabajos periodísticos, eligió la novela como el género que le ofrecía mayor libertad para evocar la figura de una mujer "poco convencional".

A través de diálogos que son "un puro invento" y que enganchan desde el inicio al lector, Poniatowska (París, 1932) logra con maestría, a lo largo de 500 páginas, adentrarse en el pasado de Leonora Carrington y en las motivaciones que la llevaron a labrar su singular personalidad.

"Yo nunca le hice una sola pregunta, eso a ella no le gusta", confiesa la autora, que revela que su secreto para acercarse a la artista de origen inglés (Lancashire, Inglaterra, 1917) fue descubrirle su propia niñez.

Las dos mujeres, que se conocieron en México en los años 50 tras abandonar el horror de la Europa de la Segunda Guerra Mundial, descubrieron su atracción por la equitación o su aversión a conjugar los verbos en francés, y también la severidad de sus padres.

Unas conversaciones que sirvieron para reconstruir la infancia de Carrington, definida por Poniatowska como "una niña rebelde que nunca se doblega, que desprecia a las monjas y la educación convencional, que ve cosas misteriosas, amiga de los gnomos, de los duendes"; en definitiva, con una imaginería celta tan desbordante que le causa problemas.

Paso a paso, Poniatowska avanza por la vida de Leonora Carrington consciente de que no le tiene que preguntar por uno de los aspectos quizás más conocidos de la artista: su relación con el pintor alemán Max Ernst.

"No le gusta hablar de su relación con Ernst, porque es de lo que le habla todo el mundo: eso a ella le aburre mucho", afirma Poniatowska.

Junto al que fuera su compañero, Carrington creció como artista, pero también conoció la angustia que la llevaría al borde la locura y a ser internada en un sanatorio español cuando el pintor alemán fue aprisionado en varios campos de concentración franceses. Un marco que le sirve a Poniatowska para adentrarse en la Europa de entreguerras y ahondar en otras figuras del movimiento surrealista como Dalí, Picasso, Breton y Duchamp.

Tras su paso por España -donde, como una "Juana de Arco moderna", inició una singular lucha contra Franco- y Portugal, Poniatowska recuerda que la artista decidió desligarse definitivamente de Ernst y del círculo que rodeaba a la multimillonaria Peggy Guggenheim. Viajó entonces a México con Renato Leduc, quien, a juicio de Poniatowska, "salvó" a Carrington.

En México, la artista surrealista no estableció relación con iconos como Diego Rivera o Frida Kahlo, pero encontraría a Remedios Varo, su "verdadera amiga", en palabras de Poniatowska, que asegura que Leonora es "la única" obra que ha escrito como "tributo" a alguien a quien admira.

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