Aunque formado en Aragón, llegó este joven dúo de piano desde Málaga con un programa muy bien concebido y muy adecuado para calibrar intenciones y posibilidades técnicas y musicales.

En una formación de estas características, en la que los dos músicos comparten no sólo las partituras que interpretan sino su mismo instrumento, el de la compenetración es un valor que casi hay que dar por supuesto. No sorprendió en este sentido el buen equilibrio general, la homogeneidad del sonido y la coherente concepción musical de las obras. Pilar Martín y Álvaro Saldaña mostraron (y, por suerte, esto ha dejado de ser noticia) el excelente nivel medio de los jóvenes músicos españoles de nuestros días.

Su Mozart estuvo excelentemente articulado y dicho con generosa flexibilidad y notable claridad, acaso falto de una más sutil variedad en el contraste dinámico. Fue quizás este uno de los rasgos más destacados de su recital: buen planteamiento global del fraseo, con un tratamiento agógico de rica plasticidad, mientras los matices dinámicos quedaron en un segundo plano, aunque no faltaron por supuesto detalles en este terreno, especialmente en las piezas de Rajmáninov.

Aunque faltó clarificar algún pasaje del tercer movimiento y sobró alguna pequeña brusquedad, la interpretación de la célebre Fantasía del caminante de Schubert rozó momentos de extasiante lirismo, no tanto en la presentación del apasionado primer tema como en su balsámica vuelta al final de la obra.