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TIENTO NUOVO | CRÍTICA

La ingrata España de ayer y de hoy

Tiento Nuovo y Pedro Casablanc

Tiento Nuovo y Pedro Casablanc / Miguel Barrio

“Faltar pudo su patria al grande Osuna,/pero no a su defensa sus hazañas;/diéronle muerte y cárcel las Españas,/de quien él hizo esclava la Fortuna”. Uno de los más bellos sonetos de Quevedo salía en defensa de quien fuese su protector, el gran Duque de Osuna, virrey de Nápoles y víctima de un complot para desacreditarle ante el rey por parte de sus enemigos políticos (como se ve, lo de las cloacas del Estado se remonta a siglos atrás en España) y que le llevó a la prisión de Barajas donde falleció en 1624.

Más allá de la reivindicación posterior de su figura y de sus servicios a la Monarquía, su posible intervención (autorizada desde Madrid) en la denominada Conjuración de Venecia de 1618 ha servido para recordar la efeméride -la misma que del año de bautismo de Murillo- por medio de un espléndido y brillante programa diseñado por Ignacio Prego junto a Pedro Casablanc. Con una muy cuidada puesta en escena y un muy sugerente juego de luces, fue una delicia degustar el potente verso quevedesco de la mano de una recitación muy cuidada, clara, pausada, deletreada con todo un juego de intenciones.

La misma atención a la letra y al espíritu de los textos caracterizó la rutilante intervención de Lucía Martín-Cartón, poseedora de una voz de una belleza subyugante, todo naturalidad en la emisión y perfecto ascenso al agudo. Con la claridad textual por delante, supo darle a cada pieza su acento apropiado, bien fuese poético como Folle è ben che si crede, bien fuese rítmico y danzable, como la sorpresiva y atractiva versión de Esperar, sentir, morir.

Salvo algún desencuentro puntual de la corneta, el grupo firmó una actuación llena de color y de fuerza rítmica.

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