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Crítica de Cine

Reencuentro en los márgenes

Película pequeña y de pequeñas pretensiones, la irlandesa Entre los dos se adentra en la relación íntima entre un tío y su sobrina cuando éste ha de hacerse cargo de la niña tras la muerte de su madre. El roce hace el cariño, y así, Will y Stacey van abriéndose poco a poco el uno al otro a partir de la extrañeza y en el reconocimiento mutuo de su inadaptación a la normalidad.

Él ha obtenido un permiso penitenciario para hacerse cargo de la situación, y ella, que sufre de narcolepsia, espera ser aceptada en un centro de acogida. En el proceso, se marchan juntos a una vieja caravana familiar situada en una vía muerta donde conocerán a otros personajes y harán un intento de construir una relación paterno-filial.

Todo en esta película se cifra pues en el contacto de dos miradas, en la calidez que envuelve a unos personajes solitarios y herméticos que se mueven por los márgenes de la sociedad y apenas se reconocen en otros desplazados como ellos.

Noonan se muestra discreto y comedido en su tarea de mínimos, aunque en ocasiones no puede resistirse al postalismo indie. Con todo, y a pesar de cierto estancamiento narrativo, Aidan Gillen (a quien recordábamos como Alcalde Carcetti en The Wire) y la niña Lauren Kinsella resuelven con solvencia, sencillez y credibilidad una relación que se mueve entre verdades dolorosas, modestos sueños de futuro, maduraciones aceleradas y redenciones a medio gas.

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