Chicas. Directora: Yasmina Reza. País: Francia-España. Año: 2010. Duración: 81 min. Con: Carmen Maura, André Dussolier, Emmanuele Seigner, Valérie Dréville, Christèle Tual.

Principal reclamo mediático de la sección oficial a concurso, Chicas supone el debut como directora de cine de la popular escritora y dramaturga francesa Yasmina Reza (París, 1959), autora de Arte, unas de las piezas teatrales más representadas y exitosas de la última década.

Como no podía ser de otra manera, este debut viene sustentado por otra obra teatral de la autora (Una historia española), una pieza sobre las relaciones entre una madre de origen español y sus tres hijas de mediana edad que, a mitad de camino entre la comedia y el realismo dramático, aspira a capturar las esencias, el afecto, los roces y los conflictos de cualquier relación familiar de clase media en busca de identificaciones universales e inmediatas.

Con una cierta tendencia al estereotipo y al retrato superficial, o al menos a acentuar el perfil caricaturesco o patético de los personajes (especialmente los masculinos), Chicas consigue a duras penas desprenderse de su origen teatral (el meollo de la acción transcurre durante una comida en la casa de la madre) para fracasar en su proceso de traducción al medio cinematográfico más allá de las buenas prestaciones de sus actrices y actores, lo cual casi se presupone de antemano tratándose como se trata de Carmen Maura (cuyos chistes parecen pensados para hacer un guiño al espectador almodovariano), André Dussolier, Emmanuelle Seigner, Bouli Lanners, Valérie Drévill y Christèle Tual, todos ellos acreditados expertos y veteranos.

Yasmina Reza no es capaz de crear el ritmo adecuado para su comedia dramática y así, a pesar de su brevedad (rematada, además, de manera anticlimática), la película se empantana irremediablemente en una morosidad discursiva que no termina nunca de levantar vuelo a la espera de la catarsis colectiva y reconciliadora. No ayuda tampoco la puesta en escena, que se nos antoja muy discreta y funcional, por no hablar de la poca consistencia y el tratamiento de postal de todas aquellas escenas que, guitarrita flamenca mediante, evocan el pasado y la infancia malagueña de la familia.