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Crítica de Cine

Ruinas de la revolución

Jorge Martínez, protagonista de 'Últimos días en La Habana'.

Jorge Martínez, protagonista de 'Últimos días en La Habana'. / d. s.

Tal vez porque no haya otra, la realidad que nos muestran las películas cubanas que llegan por aquí desde hace un par de décadas, desde Fresa y chocolate para ser precisos, es siempre la misma. A saber, el retrato de un país decadente concentrado en edificios ruinosos y patios de vecinos de La Habana vieja, penurias y racionamientos múltiples, falta de libertades, estado de vigilancia, deseo de salida enfrentado a la melancolía y personajes marginales convertidos en símbolos-víctimas de las circunstancias.

Últimos días en La Habana no escapa de este modelo para intensificarlo aún más en un formato de cámara de indudable sesgo teatral y escaso vuelo formal, encerrando en un piso cochambroso a sus dos protagonistas: un homosexual enfermo de sida (Jorge Martínez), un tipo extrovertido y vitalista a pesar de las circunstancias, y el amigo (Patricio Wood) que lo cuida, un tipo hosco, asocial y poco hablador que sueña con la llegada de una visa que le permita salir hacia Estados Unidos.

Estructurada en las hojas del calendario y la recta final de la enfermedad, la cinta de Fernando Pérez (a quien recordábamos mucho más audaz y experimentador en Suite Habana), explicita en exceso su propuesta episódica, en la sucesiva aparición de personajes (la tía, el prostituto, la vecina santera, la sobrina y sus amigos) que, a través de visitas al enfermo, van dejando una muestra de las diferentes realidades (todas desoladoras), preocupaciones y generaciones del país.

Indudablemente, dentro de la familiaridad de sus materiales y la previsibilidad de su desarrollo, la película tiene sus mejores bazas en sus intérpretes, Martínez y Wood, entregados a un particular duelo de exceso y contención que polariza aún más la tensión dramática del filme y sus respiraderos de humor, también en la joven Gabriela Ramos, que encarna y mira de frente a la arrolladora y contradictoria sobrina Yusisleidy como evidente trasunto de la incertidumbre ante el futuro.

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