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O Sister! | Crítica

Nos debemos más de un baile

  • El grupo sevillano de swing O Sister! nos regaló un inolvidable concierto en el Teatro de la Maestranza el domingo a la hora del vermut, tal como obligan los tiempos que corren

El saludo final de los participantes

El saludo final de los participantes / Javier Gómez

Si realmente están en lo cierto los que predicen que una vez superada la pandemia volveremos a tener otros felices y locos años 20, es posible que vuelva a la actualidad también la música que acompañó a los del siglo anterior. Ciertamente ahora hay muchos más estilos que entonces, pero también hay una banda en Sevilla que es capaz de mezclar el swing que reinaba en aquella época con la potencia de otros ritmos logrando crear una música fresca, descarada, divertida, genuina; una banda que este domingo ha ofrecido un concierto en el Teatro de la Maestranza demostrando lo que afirmo. Su nombre es O Sister!

El concierto se basó en el disco que editaron hace once meses, Nobody cares, con nueve de sus diez canciones, junto a cinco de su disco anterior, Stompin’ in joy y la magnífica versión del Alexander´s Ragtime Band de Irving Berlin que incluyeron en aquel Crazy people con que iniciaron su carrera, y que aquí recrearon de forma que hubiese matado de envidia al Tyrone Power de la película que inspiró; además de dos bises de sabor a blues y a jambalaya.

Casi dos horas de brillo absoluto que se iniciaron con la canción que da título al último disco, en la que hablan sobre la velocidad a la que los tiempos corrían hace apenas diez meses, dándonos unos consejos perfectamente válidos para afrontarlos ahora: tranquilo, tómatelo con calma, detente, respira, tómate tu tiempo…  y desde ahí hasta el final, a disfrutar.

Como viene ocurriendo hace tiempo, en el repertorio de O Sister! no falta el homenaje a las Boswell Sisters, y aquí lo tuvimos por partida doble; primero con la canción que escribieron con el nombre de estas hermanas de New Orleans, en la que cuentan que encendieron una llama duradera y que cambiaron tanto la forma de apreciar la música de su tiempo, aquellos años 20 pretéritos, como el papel de las mujeres dentro de ella. Algo en lo que insistieron, extendiendo ese papel a la sociedad en general, con It’s a girl, la otra canción de autoría ajena, con la que las Boswell nos decían que lo que trae alegría al mundo, lo que le aporta magia, lo que le da el empujón que le hace avanzar, no son los sueños de amor, no es el sol ni las multitudes de gente que conoces, sino que es la mujer; y sobre todo con el manifiesto lanzado por Paula antes de Keep your head up, sister!, canción de la que es autora.

Las reivindicaciones siguieron con los aires fúnebres acordes al mundo que nos quedará si no nos unimos para cambiar las cosas, como cantaron en Do not you agree with me?; tuvimos ragtime con Alligator rag, la canción inspirada en cómo Fernando Mansilla imaginó a los miembros de la banda, en aquel primer concierto que dieron en el 2008 en el garito de La Casa de Max, como seis cocodrilos venidos desde el Mississippi al Guadalquivir; y tuvimos calipso desenfadado con Love song number 2, invitándonos a desinhibirnos y hacer el amor en cuanto saliésemos del teatro, con la maravillosa intervención del Maestro Pimienta, repentista cubano que volvió después en I fell in love with New Orleans para llenar el final del espectáculo de improvisadas rimas tan brillantes como locas.

La deslumbrante combinación de metales, cuerdas, percusiones y armonías vocales impecables de O Sister! nos dejó sin ninguna otra opción más que alegrarnos de saber que la cultura es segura y de habernos animado a llenar todo el aforo permitido.

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