Susana G. Lastra | Crítica

Batallas por los órganos sevillanos

Susana García Lastra presentando el Festival antes de su concierto

Susana García Lastra presentando el Festival antes de su concierto / P.J.V.

No deja de resultar paradójico que con el impresionante patrimonio de órganos históricos que atesora la provincia de Sevilla, tuviera que ser el instrumento que Gerhard Grenzing construyera para el Hospital de los Venerables en 1991 el que cambió radicalmente la posibilidad de escuchar música barroca para el rey de los instrumentos en la ciudad en condiciones ideales. Después de él, muchos otros instrumentos fueron restaurados (algunos por el propio Grenzing) y hoy hay ya unos cuantos en condiciones de uso cercano a lo óptimo, pero son muchos más los arrumbados por la incuria y la falta de sensibilidad para uno de los sectores del patrimonio histórico del que más orgullosas deberían sentirse capital y provincia.

Sin el ciclo de grandes conciertos internacionales desde hace seis años, casi sin actividad pública desde la muerte en 2018 del padre Ayarra, el extraordinario órgano de Grenzing retoma su actividad con un Festival Internacional que ojalá cuaje y pueda extender sus ramas para facilitar un mejor aprovechamiento de las decenas de instrumentos que languidecen mudos en los cuatro puntos cardinales de Sevilla.

La asturiana Susana García Lastra es ahora la responsable del instrumento de Los Venerables y está detrás de este certamen con cuatro citas que abrió ella misma con un programa ecléctico, en el que destacaron las dos líneas que marcarán los cuatro recitales: la música de Bach y la del país nativo de cada intérprete.

Bach estuvo presente con dos obritas breves, un coral y una pequeña fuga que García Lastra tocó con exquisita suavidad, pero se arropó con importantes músicos que prepararon su eclosión, desde Froberger hasta Buxtehude. Doble heredero de la herencia de Frescobaldi y de la música francesa, en la Tocata del primero abundan los motivos cortos y el contraste permanente entre pasajes figurados, imitativos y homorrítmicos. Admira la nitidez del instrumento, la calidez de todos su registros, lo que Lastra mostró también en un Preludio con fuga del poco conocido Arnold Matthias Brunckhorst, un músico del que ha quedado poca música, pero que trabajó en Celle en el tiempo que Bach visitó seguramente la ciudad, pues estaba cercana a Lüneburg, donde pasó varios años de formación.

Es muy posible (no seguro) que allí contactara también con Georg Böhm, cuyo trabajo virtuosístico de ornamentación en torno al coral Vater unser in Himmelrich resulta fascinante. Más allá va incluso el Preludio y fuga en sol menor de Buxtehude que cerró el concierto, sonando con una mezcla de potencia, claridad y nitidez soberbias. No es acaso Susana G. Lastra intérprete de grandes sutilezas en el fraseo, pero aprovechó la rica registración del Grenzing con carácter, vigor y muy aceptables dotes para mostrar con claridad las líneas de la polifonía sin oscurecer nunca las voces intermedias.

La segunda línea de su recital enfiló desde la música galante del Padre Soler, conectada también a una piececita inglesa del XVIII, unas melodías acompañadas resueltas con enorme finura, y pasó por la delicadeza de Correa hasta la brillantísima Batalla de Torres, con la trompetería horizontal, un poderosísimo registro de batalla, en todo su esplendor.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios