Cultura

El Thyssen pretende romper con los clichés de Gauguin

  • La pinacoteca madrileña abre el curso con la muestra 'Gauguin y el viaje exótico'.

Gauguin es uno de los artistas más representativos del Museo Thyssen Bornemisza y por ello uno de los más indicados para la celebración del 20 aniversario del museo con una ambiciosa exposición, con la que se pretende romper el cliché tan rígido en el que se le ha incluido. Esa es la idea de Paloma Alarcó, conservadora del museo y comisaria de la exposición que abrirá sus puertas el día 9, para quien Gauguin, el primer bohemio del siglo XX, "es uno de los padres de la pintura moderna, el padre del primitivismo exótico que heredaron tanto los fauvistas franceses como los expresionistas alemanes".

Para romper el corsé, ha seleccionado 111 obras cedidas por museos y colecciones de todo el mundo y que incluyen préstamos como Matamoe (1892), del Pushkin de Moscú; Dos mujeres tahitianas (1899) del Metropolitan de Nueva York o Muchacha con abanico (1902) del Museum Folkwang de Essen. Gauguin y el viaje a lo exótico presentará al artista como "el primer viajero moderno" que emprende un viaje no con la mentalidad de ideas literarias preconcebidas "sino como una huida de la civilización occidental. Es una postura más radical. Gauguin se autoexilia, se escapa a Tahití". Detrás de esta escapada hay una ideología muy del siglo XX, según Alarcó que ha mezclado en la exposición los componentes del viaje con una mentalidad moderna y radical y la visión del exotismo como un camino para dar salida a un nuevo lenguaje artístico. "El exotismo primitivo es una cultura sin contaminar, de vuelta a los orígenes de la humanidad. Lo europeo es lo corrupto, lo primitivo es lo natural. Se trata de volver al jardín del Edén del que el hombre no debía haber salido nunca", según la comisaria.

Esta mentalidad radical y rompedora fue heredada por otros artistas que buscaron la visión idílica del hombre en relación con la naturaleza y para ello exploraron sus paraísos. La exposición se iniciará con "una invitación al viaje" a través de Eugéne Delacroix, el primer viajero que tiene una respuesta moderna, y con la obra Parau api, pintada por Gauguin en 1892 y que, según la comisaria, "explica muy bien el carácter tahitiano".

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