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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Crítica de Música

Trascender el tiempo

Su nombre anticipó el glam en una década y de entonces sólo quedan Taylor y May, pero fue como tener a los Jagger y Richards o Page y Plant de los Pretty Things ante nosotros. Comenzaron con Turn my head: vuelvo mi cabeza y echo la vista atrás, 1964 o 2017, ¿qué importa? Era música de ahora, viva, cruda, visionaria, urgente, y nos estaba invitando a sacudir el cuerpo y los prejuicios. Sonaron singles primerizos, Honey, I need, Big boss man, el Alexander de su etapa de Electric Banana.

Una vertiginosa Defecting grey anticipó S. F. Sorrow, su obra maestra definitiva, la primera ópera rock de la historia, actualizada en cuatro canciones monumentales en las que Phil May ejercía de tenor y la soprano era la guitarra de Frank Holland, que pasaba al primer plano porque para la cabalgada salvaje del final de She says good morning se necesitaba más velocidad que la que pueden proporcionar los dedos de 74 años de Dick Taylor, aunque estos demostrasen en las demás canciones que es tan bueno -e incluso mejor...- que Townsend, Beck, Page o cualquiera de los Stones.

Brillaron con las canciones psicodélicas, pero los desafiantes blues que fueron sus raíces forman el corazón de su repertorio y el carisma de Phil May lo une todo, no sólo poeta místico sino también chamán del blues que revitalizó clásicos de Waters, Dixon, Diddley, incrustando entre ellos su homenaje a Robert Johnson, en el que de nuevo brillaron Holland, en guerra con sus propios pulmones a la hora de soplar la armónica, y Taylor, lacerando su guitarra acústica.

De vuelta a 1966 con Come see me y Midnight to six man para atacar un larguísimo medley de Bo Diddley que incluyó Mona, el Pretty thing que les bautizó, Who do you love, I wish you would y un solo de batería que apabulló a la boquiabierta audiencia de la Sala X. En la despedida enlazaron a LSD un fragmento del Old man going: el viejo ya se va, muy apropiado. Pero volvió para despacharnos un Road runner a un nivel de brutalidad digno de Motörhead.

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