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Crítica 'Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos'

Zhang Yimou todo a cien

Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos. Drama, China, 2010, 95 min. Dirección: Zhang Yimou. Guión: Jianquan Shi, Xu Zhengchao. Intérpretes: Sun Honglei, Ni Dahong, Xiao Shenyang, Yan Ni, Cheng Ye, Mao Mao. Fotografía: Zhao Xiaoding. Música: Zhao Lin.

La risa es una de las barreras más infranqueables que existen. Sólo Hollywood, Italia e Inglaterra han logrado exportar con éxito constante sus películas o figuras cómicas. En los otros casos, salvo excepciones puntuales, las risas se han quedado detenidas en las fronteras, incautadas en las aduanas. Tan difícil es que un danés o un alemán se rían con una película española como que un español lo haga con un cómico danés o alemán. Si esto es así en el ámbito occidental, imagínense lo que pasa al confrontarnos con el humor chino. O mejor no se lo imaginen: basta con que vayan a ver esta patochada de Zhang Yimou, el gran director que se ha estrellado al intentar traspasar esa casi infranqueable frontera del humor.

Al hombre, como si fuera un Talantino cualquiera, le ha dado por los remakes jocosos y los homenajes. Titula su película adaptando una frase de Nicholas Ray y la plantea como una versión-homenaje desquiciada de Sangre fácil de los Coen. Aunque lo que va de una otra es casi lo que iba de El Padrino a Le llamaban la Madrina.

El inicio corta el aliento. No por su espectacularidad o su belleza, sino porque el espectador puede creerse poseído por Jack Sparrow y volver a encontrarse con Johnny Depp en pleno corazón de China. No se quite las gafas y las limpie. No se frote los ojos. No se pregunte cuantas copas se ha tomado ante de entrar en el cine. Es que todo empieza con un buhonero con aire de Capitán Garfio vendiéndole una pistola a una mujer que la compra con las peores intenciones. Esas que ya ustedes saben porque han leído El cartero siempre llama dos veces y visto Sangre fácil, la seca, dura, cínica y libre variación que los Coen hicieron sobre ella. Marido grosero y brutal; mujer poco escrupulosa, aburrida, harta e insatisfecha; el seductor/seducido que siempre pasa por el lugar equivocado para meterse donde no debe; y el matón (aquí policía-guerrero) que lo complica todo… Las interpretaciones son penosas, hasta tal punto la gesticulación cómica oriental nos resulta extraña. La pareja cómica secundaria, sobre todo esa especie de Bob Esponja con trencita-flequillo, es terrorífica. Los paisajes de rocosa devastación son asombrosos, el uso del color es deslumbrante y la dirección fotográfica es extraordinaria: en esto se revela la refinada maestría de este gran director tan dotado para el melodrama de época, el drama realista y el cine histórico como lo está poco, poquísimo, para el humor y la comedia negra. Tan poco que todo su refinamiento se evapora con algunos planos tan toscos y técnicamente groseros como no veíamos desde el cine español de los 70.

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