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Cultura

Un breve e improvisado diálogo

El Festival Zemos98 cumple diez años bajo el lema Regreso al futuro. Una década generando intercambios entre los distintos ámbitos de la rica cultura andaluza. Como el que promovió anoche en el Teatro Lope de Vega con un espectáculo que reunía dos caras del arte andaluz: el flamenco, representado por Israel Galván y Terremoto, y el heavy-metal del grupo sevillano Orthodox.

La velada comenzó con la proyección de un cortometraje y de una breve película surrealista realizada en 1923 por Man Ray, a petición de Tristan Tzara, cuya banda sonora ha sido realizada por Israel Galván. Una grata sorpresa la conjunción de las imágenes con los sonidos procedentes de los pies, los pitos, las palmas y la voz del bailaor. A continuación comenzó un recital de cada uno de los géneros en el que Galván ofreció una muestra de su baile, siempre espléndido, con sus perfiles y su manera de jugar con las luces y las sombras -los silencios, para ser exactos- de todo ese arsenal de ritmos flamencos que tiene en su cabeza y en su cuerpo y que anoche sacó, ya de forma contenida ya en auténticos borbotones de arte, como en los tangos que le bailó, casi para terminar, al cante de Terremoto. El cantaor jerezano también demostró su espléndido momento mientras que los encapuchados de Orthodox hicieron una música más cercana al rock y al jazz que al heavy-metal. Pero hubo que esperar casi una hora y veinte para asistir al diálogo entre ambos géneros. Un diálogo breve, aunque posible -los tres actúan juntos en el último espectáculo de Galván- que tuvo algunos momentos de gracia, como la saeta que, en Lunes de Pascua, nos regaló Terremoto a los sones del batería-penitente de Orthodox.

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