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Cómics

En la ciudad macabra

  • 'Espejo Oscuro' empieza una trilogía en la que Batman se topa con una casa de subastas clandestina especializada en la venta de objetos repulsivos.

'Batman: Espejo oscuro'. Scott Snyder, Jock, Francesco Francavilla. ECC. 144 páginas. 15,95 euros.

Hace ya bastante tiempo que las aventuras de Batman tienen como único tema la maldad pura y dura. Las cabeceras del Hombre Murciélago configuran una especie de catálogo de perversiones y sus enemigos no son simples villanos, son locos rabiosos, fanáticos genocidas, terroristas implacables, caníbales, asesinos en serie, mutiladores y, en resumen, toda clase de sociópatas que disfrutan de lo lindo masacrando y torturando al prójimo.

Hay en esta fascinación por la mugre una intención abiertamente lúdica -rara vez la violencia en Batman tiene el sentido catártico que han preconizado los creadores más avanzados-, y el lector de la franquicia busca con avidez su dosis mensual de turbiedad. No es mi intención reflexionar aquí sobre el uso de la violencia en el arte -cada cual escoja sus ficciones-, sino solo señalar el extraordinario poder de seducción que posee y cómo Batman ha sabido capitalizarlo mejor que nadie. Claro está que la violencia extrema no es patrimonio exclusivo del personaje, y que uno puede encontrar numerosísimos ejemplos de ella a lo largo y ancho del género de superhéroes, pero sí es verdad que la insistencia en lo atroz otorga a las series de Batman un notable interés y un carácter diferenciador, que está en el corazón de su éxito inagotable. Con tanto antihéroe poblando el género, tiene mérito que el Hombre Murciélago se haya consolidado como el icono oscuro por excelencia.

Avalado por el éxito de American Vampire, la premiada serie de la línea Vertigo que ha devuelto la dignidad a la maltratada figura del vampiro, el neoyorquino Scott Snyder se sumó al selecto grupo de escritores de Batman con la trilogía Espejo oscuro, publicada en los números 871 a 873 de Detective Comics (enero-marzo de 2011) y dibujada por Jock. En ella, el justiciero se topa con una casa de subastas clandestina, la Casa de los Espejos, especializada en la venta de objetos tan macabros y exclusivos como una barra ensangrentada: "antigua posesión del Joker (…) usada para destrozarle la cabeza a uno de los Robin". En palabras del subastador: "Algunas personas piensan que lo que nos convierte en una especie divina, lo que nos diferencia de los animales sin alma, es nuestra tendencia hacia el bien. Pero me gustaría proponer otra teoría. (…) Es en el mal, en nuestra capacidad para la perversidad pura, donde vemos nuestros verdaderos rostros divinos".

Y es que Snyder -que comenzó su trabajo un poco antes de la marcha de Grant Morrison y permanece en la difícil tarea de manejar la franquicia en ausencia del escocés- comprende a la perfección los mecanismos que hacen de Batman el superhéroe del siglo XXI. En sus manos, la propia Gotham City se ha transformado en una especie de entidad infernal, en uno de los protagonistas del drama, y de ella brota incesantemente la maldad. El volumen titulado Espejo oscuro, primero de la recopilación de la alucinante etapa del superhéroe escrita por Snyder, recoge los Detective Comics 871 a 875, con dibujos del ya citado Jock y de Francesco Francavilla.

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