Muy largo lo fían los distribuidores de estos Reyes contra Santa estrenando la película más de un mes antes de que lleguen las vacaciones escolares y las fiestas navideñas. Ellos sabrán, que para eso tienen masters en el asunto. Lo cierto es que aquí llega, intento de calco ibérico y castizo (los Reyes vienen en furgoneta de la frontera de Melilla y se alojan en una pensión) del modelo americano de temporada con abundancia de efectos digitales y pequeños guiños locales, esta comedia familiar de espíritu estacional que pretende hacer de la premisa de un pulso cultural entre nuestros Reyes Magos y el foráneo Santa Claus una escalada de situaciones y enfrentamientos más blandos que cómicos en los que el espectador adulto apenas puede llevarse a casa la pírrica recompensa de imaginar que ese alcalde abducido por el Krampus es un trasunto híbrido entre Abel Caballero y Martínez-Almeida.
Más allá de eso y de la considerable rebaja de tono actoral que ofrecen Elejalde, Vergaguer, Ugalde y compañía, Reyes contra Santa apenas imparte algunas lecciones sobre la diversidad de la mitología navideña, del Polo Norte al País Vasco, de Cataluña a Galicia, entre escenologías y criaturas digitales bastante mejorables y leves guiños a la tradición mágica solventados de la manera más amable y roma posible. Las gamberradas, también marca de la casa en el modelo americano, las han dejado para la segunda parte y a cambio tenemos que apechugar con un romance no apto para diabéticos.