Femàs 2014. Programa: Midway. Obras de Dowland, Scheidt, Gibbons, Rossi y otros. Intérpretes: Manuel Pascual, corneta muda. Pavel Amílcar, violín. Jorge Miró y Sara Ruiz, violas da gamba tenor y bajo. Thor Jorgen, violone en Re. Clave y dirección: Andrés Alberto Gómez. Lugar: Espacio Santa Clara. Fecha: Jueves 3 de abril. Aforo: Tres cuartos de entrada.

En la música para consort de alrededor de 1600, que centraba el programa del concierto de anoche en Santa Clara, la línea que separa el placer del tedio suele ser muy fina y fácil de cruzar por sutiles razones: la transparencia, el equilibrio, la belleza del sonido, el empuje rítmico... todo ha de estar en su sitio justo para que el público comparta el disfrute de los músicos.

La primera parte del concierto de ayer cayó del lado tedioso: el sonido algo abierto -aunque, por cierto, muy delicadamente articulado- de la corneta y el indefinido del violín, casi siempre en un oscuro registro medio y sin variedad en la dicción, emparedaron a las violas contra un violone -en tesitura de contrabajo- correcto pero ni matizado ni rector claro del compás.

Para cruzar esa delgada línea hubo de tomar protagonismo solístico el clave de Gómez: clarísimo de texturas y de excelente sonido, estuvo además muy seguro en las veloces divisions isabelinas, al punto de aparentar facilidad donde había virtuosismo. La animación rítmica del clavecinista, proyectada al conjunto desde el bajo continuo, y un repertorio algo más variado permitieron en la segunda parte apreciar los ritmos cruzados de las gallardas (como la Dolorosa de Phillips), el bello sonido y fraseo de los gambistas, los acentos de los arcos del violín y el violone -que por fin entraban en sus cuerdas y se separaban de ellas-, y, en fin, esos diversos humores, no siempre melancólicos, que fluían desde la agitada Europa del primer Barroco hacia la no menos convulsa de hoy.