DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

Crítica de Música

Un drama bien controlado

El gesto vehemente sobre el podio de Alexei Bogorad (Moscú, 1979), el actual titular del Teatro Bolshoi de su ciudad natal, no debe hacer pensar en un director llevado por pasiones extremas e ímpetus desbordantes. Antes al contrario, mostró una batuta flexible, capaz de adaptarse al repertorio que tenía entre manos, e incluso por momentos perfiló versiones que parecieron más pendientes de la forma que de la expresión.

En Mi hogar de Dvorák, una de tantas oberturas de concierto escritas en las décadas finales del siglo XIX con epidérmica brillantez, su mirada resultó más bien aséptica, incluso un tanto fría, aunque supo equilibrar las familias orquestales con exitosa y precisa claridad.

Bogorad dejó el drama para Mozart cargando las tintas en el Adagio inicial

La cosa cambió en Beethoven con un Andrea Luchessini volcado en el matiz y la pureza de sonido para delinear un primer movimiento de trazo fino y contenido, volcado más bien al preciosismo que al drama, y un Largo hermosísimo, de entraña poética, ensoñadora, acunado en la seda de la orquesta. El moscovita acompañó sin un mínimo exceso, ni siquiera en un final ágil y limpio, sin arrebatos ni exaltaciones desmedidos.

Bogorad dejó el drama para Mozart. Cargó las tintas en el Adagio introductorio, que le quedó de trazo algo grueso por una articulación demasiado laxa y una cuerda no del todo empastada, pero luego se volcó en desentrañar el contrapunto del Allegro inicial con frases y acentos mucho más incisivos, que se hicieron aun más contundentes en un Finale impulsivo pero cálido.

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