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Cultura

El empuje del bardo

  • Nick Cave saca tiempo de sus múltiples proyectos para reactivar a The Bad Seeds, mudos desde el lejano 2004

Embarcado en un envidiable ritmo de producción -y perdón por utilizar esta palabra cuando de lo que se habla es de música- que lo lleva a planear cada nuevo capítulo de su ya muy dilatada carrera con meses o incluso años de anticipación -apuntemos, en los tres últimos años, entre otros, las bandas sonoras de The Proposition (Guy Pierce) y The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford (Andrew Dominik); el doble álbum Abattoir Blues/The Lyre of Orpheus y su traslación al directo recogida en el disco The Abattoir Blues Tour; y la puesta en marcha, con resultados más que notables, de esa especie de versión reducida de las malas semillas que es Grinderman-, Nick Cave, inagotable y torrencial, vuelve a reactivar a The Bad Seeds tras un periodo de aparente barbecho. Y si eso es siempre una buena noticia -van 14-, más lo es aún comprobar que la malacostumbrada espera ha merecido la pena.

Dig, Lazarus, Dig!!!, grabado con la misma formación y hasta el mismo productor del doble anterior, maneja similares claves, registros y temáticas -con especial reincidencia en esa atávica visión adoptada por el australiano, entre fatalista y redentora, de la reinterpretación que la América profunda parece haber hecho del cristianismo- que la entrega precedente, en particular de Abattoir Blues. Esto es, la silueta del monumental y atípico crooner que Cave es tiende a diluirse, con excepciones, en favor de ese otro músico apabullante que, como el Lázaro de la canción que da título al álbum, se exige empuje, coraje para seguir adelante.

De los beneficiosos efectos de esa imposición dejan constancia en el nuevo álbum -tras varias escuchas: las primeras despistan- prácticamente cada uno de sus cortes -la tensión se materializa en el primero y homónimo, se transforma en inquietud en Night of The Lotus Eaters o se relaja adaptando un ropaje de rock&roll clásico, convenientemente ralentizado, en la postrera More News From Nowhere, siempre al sabio antojo del bardo-, pero al menos tres pueden y deben figurar en la larga lista de grandes, enormes canciones que Nick Cave nos ha regalado hasta la fecha.

Albert Goes West puede evocar, en la lejanía, al Lou Reed de Transformer, pero esconde una bomba de relojería en su estribillo -se diría que toda la canción es un arrebatador estribillo-; Hold On To Yourself es, por su parte, un medio tiempo de profundidad intimidatoria sólo atemperada por la dulzura de la melodía y el bello contrapunto marcado por la guitarra de Mick Harvey; y Midnight Man, por último, es una de esas canciones de arranque modesto que se van retroalimentando hasta explotarte en las narices. Sólo por ellas la escucha de Dig, Lazarus, Dig!!! ya merece la pena.

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