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Cultura

¿A quién engaña ya Don Juan?

Con aplausos encendidos premió el público del Central la versión que Teatro de la Abadía ha realizado de la obra de Tirso de Molina. La dirección está a cargo de un joven inglés que escala puestos en los escenarios europeos, Dan Jemmett, y al que hay que otorgarle la ley de la ventaja a la vista de este trabajo que, si bien no pasará a la historia como el definitivo sí aporta un aire desenfadado y ciertamente anglosajón a nuestro teatro más clásico y respetado.

Enmarcado en un único escenario, un inmenso bar con pista de baile y telón rojo de fondo, cuatro de los cinco actores, dos mujeres y dos hombres, en una sucesión sin fin van dando vida a todos los personajes de la pieza. Tan sólo Antonio Gil interpreta un sólo papel, el burlador de Sevilla. Los intérpretes, como nos tiene acostumbrados el buen hacer del Teatro de la Abadía, tienen un excelente nivel aunque es de justicia resaltar a Ester Bellver que borda todos sus personajes ya sean masculinos o femeninos.

Con un vestuario de los años 30 y 40, y una iluminación plana pero que funciona bien, la dirección de Dan Jemmett busca la neutralidad en las actuaciones, no hay gritos ni desgarros ante las sucesivas pérdidas del honor de las mujeres burladas y ni el comendador ni el padre de don Juan se portan como rancios caballeros. A esto le suma una socarronería con la que están salpicados todos los personajes y que ayuda a distanciarnos de un burlador al que no podemos tomarnos en serio en el siglo XXI. El texto sigue siendo un deleite pero la figura del don Juan se ha convertido en una esencia más filosófica que física.

Con esta versión La Abadía se queda a medías entre la representación clásica bien ejecutada y la vanguardia transgresora llegando a rozar la monotonía.

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