Se agradece que los responsables de la programación del presente festival hayan buscado aligerar el cuasi monopolio que el piano tiene en la agenda de Juventudes Musicales, estableciendo en esta segunda semana conciertos de diferentes agrupaciones, desde el quinteto vocal del lunes a la guitarra de esta tarde. Y pasando por la poco usual formación del trío de cuerdas gracias a la presencia del grupo sevillano Carmen Veneris.

Tanto en su formación de cuarteto como en esta de trío, el conjunto apuesta por las encordaciones de tripa y por un acercamiento históricamente informado a las obras de su repertorio, terreno en el cual se han especializado en los últimos años en la obra de Haydn y, sobre todo, Brunetti. En otras ocasiones, así como en sus grabaciones, se ha podido apreciar el serio e interesante resultado de sus versiones, pero hemos de afirmar que la de anoche no fue una de sus mejores noches. El trío se vio lastrado por el sonido estridente y desafinado del violín, que impedía establecer un mínimo empaste, es decir, concordancia en materia de articulación y de fraseo, que resultó especialmente anodino y plano en las obras de Haydn y Boccherini, con el agravante de la tendencia a la sobreornamentación del violín que emborronó muchos pasajes del trío de Haydn. Una pena, porque chelo y, sobre todo, viola, sonaban con nitidez y brillo, pero sin consensuar, por ejemplo, el grado de staccato. Sólo en la última obra de Brunetti se elevó algo el vuelo expresivo, aunque faltó más dramatismo en los pasajes en modo menor.