Crítica de Teatro

La fuerza de la honestidad

Hace menos de una semana la periodista maltesa Daphne Caruana Galizia fue asesinada en Malta. La lista de informadores eliminados por convertorse en incómodos es ingente en un mundo que se debate entre la banalización de una profesión que se acerca al espectáculo y el arrojo diario de periodistas que buscan la verdad y que ejercen su labor en países con conflictos bélicos.

La protagonista de Mujer no reeducable es Anna Politkovskaya, redactora rusa, que sufrió la persecución por sus artículos sobre la ocupación rusa en Chechenia y los atropellos tanto del ejército gubernamental como los de los independentistas chechenos.

Míriam Iscla ofrece una desbordante interpretación llena de verdad

Su muerte, asesinada a tiros en 2006, conmovió al escritor italiano Stefano Massini que escribió esta durísima obra en forma de monólogo que describe con insolente claridad para el espectador el infierno y el sinsentido de la guerra.

Lluis Pasqual, que nunca ha renegado del teatro político, plantea la obra dividida en capítulos y se ayuda de imágenes en vídeo que documentan y esclarecen, al espectador, la historia contemporánea de Rusia y Chechenia.

Lo que parece una conferencia (la mesa de trabajo de la periodista, el tono didáctico del texto del comienzo) va tornándose carne en esa maravillosa actriz que es Míriam Iscla que, sin interpretar directamente a Politkovskaya, es capaz de trasladarnos el horror, el miedo, el frío, el hambre, la injusticia, gracias al arte de las grandes y a un soberbio dominio de la voz y del gesto que perturba artísticamente, aún más, que la propia historia que nos cuenta.

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