Crítica de Danza

Un humano y sugestivo enjambre

Con Auguri, Olivier Dubois, uno de los creadores más aplaudidos del momento, cierra una trilogía titulada Étude critique pour un trompe l'oeil. Trilogía de la que vimos Tragédie en este mismo teatro, y que se ha convertido en tetralogía, pues con ésta son cuatro las piezas presentadas desde aquella Revolutión con que sorprendió a todos en 2009.

En este trabajo, Dubois sigue hablando de la carrera del hombre en busca de la felicidad, o de la persecución de un destino que nadie sabe dónde se oculta. Pero Auguri, centrada en la carrera física, es quizá la obra más abierta del creador. 22 intérpretes y un espacio misterioso formado por cuatro grandes cajones que, en la penumbra, se convierten, ya en vagones de tren en una vía muerta -o lleno de cadáveres desde un campo de concentración- ya en contenedores desde donde todos van apareciendo continuamente para volverse a perder en la oscuridad. 22 corredores infatigables, todos diferentes y a la vez sin diferenciar, y que, soportados y envueltos en un intenso y fantástico ambiente sonoro electrónico, van dibujando un conjunto de trayectorias -en círculo y en todas direcciones, con cambios de velocidad, con bifurcaciones, choques, acoplamientos...- como los de un enjambre de abejas, o como el tráfico frenético y sempiterno de las hormigas bajo tierra.

Un teorema que Dubois, con el talento que lo caracteriza, entrega al espectador para que éste construya su propia justificación, sea humana o animal, física o metafísica. Porque todos corremos en pos de algo que a veces no se distingue en la oscuridad.

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