arte

Un largo ejercicio de la memoria

  • El colectivo ruso Chto Delat? reivindica que sin pensamiento no hay arte en la exposición que el CAAC le dedica en la zona monumental de la antigua Cartuja hasta el 1 de octubre

Gustav Klutsis, nacido en Letonia, participó desde el primer momento en la revolución bolchevique. Al activismo unió el arte: con el diseño gráfico y arquitecturas efímeras quiso explicar el alcance de la revolución. En 1938, Stalin lo acusó de fomentar el nacionalismo letón y ordenó su fusilamiento. Durante más de tres décadas, su mujer, Valentina Kulaguina (artista tan aguda como él) no supo qué había sido de Gustav. Kulaguina guardó los proyectos que ambos habían elaborado. Gracias a su arriesgado esfuerzo los conocemos hoy.

Esta sucinta narración ayuda a comprender la pieza del colectivo ruso Chto Delat? instalada en el antiguo templo de los cartujos. Es un gran faro. El diseño sigue las arquitecturas efímeras de Klutsis. En la parte alta de la torre un breve texto: "It's getting darker", está oscureciendo. No anuncia el crepúsculo sino la progresiva extensión de la oscuridad, hoy. No faltan dictaduras ni estados que ignoran derechos elementales, pero a ello hay que añadir las víctimas de la lógica férrea del mercado y de los intereses geopolíticos: una y otros ocultan esos daños y olvidan a las víctimas. El faro, al contrario, pretende iluminarlas: una sucinto grupo recuerda a los muertos en la plaza Maidán, otras imágenes a un profesor zapatista asesinado por paramilitares, a un sindicalista mogol que optó por quemarse vivo, a un manifestante anónimo golpeado por el agua a presión policial.

Este grupo fundado en 2003 toma su nombre de '¿Qué hacer?', un célebre texto de Lenin

Precede a la instalación una escultura de buen tamaño en la capilla de Colón. La pieza, que enriquece la intención del faro (provocar el recuerdo de los olvidados, la memoria de aquellos a quienes se les niega), tiene una pequeña historia. Invitaron a este colectivo a intervenir en un proyecto en Viena. Decidieron hacer una réplica de uno de los soldados del monumento al ejercito rojo que expulsó a los nazis de la ciudad. Incluyeron sin embargo una variante: el soldado era gay. Viajó después la escultura a Berlín y allí alguien la quemó. Los autores guardaron los restos (un escudo chamuscado expuesto en la capilla citada) pero decidieron hacer una nueva escultura (la que ahora se muestra), mezcla de soldado y ángel. La titularon El resucitado. No es una alusión religiosa: este resucitado es sólo un zombi, un muerto viviente porque mantiene viva una memoria que alguien quiso destruir. Hace muchos años Walter Benjamin, comentando el Angelus Novus de Paul Klee, escribió que la Historia está siempre cruzada por la catástrofe. El soldado-angel de los Chto Delat? reitera esa idea. La historia la escriben los vencedores. Por eso el dolor de los vencidos se ignora, silencia y olvida. La escultura es un aguijón contra esta desmemoria.

Al pie del soldado-ángel, una pequeña pieza une en una sola figura un corazón y una oreja. Es una cápsula del tiempo. Los autores guardaron en su interior algo que alguien en el futuro podrá encontrar. Pero me interesa destacar la figura: para los Chto Delat?, cuanto el poder quiere que se olvide hasta borrarse, el oído lo guarda. Pero este recuerdo podría ser estéril, si no lo anima el afecto. De ahí la alianza entre oído y corazón.

El paseo por la memoria no acaba en el faro. Detrás de él, un arca de vidrio contiene perfiles de murciélagos: simple papel pintado y recortado. Pero cada uno lleva el nombre de un exiliado. Quisieron reducirlos a la oscuridad y al silencio, pero sus acciones o sus escritos pueblan la noche, iluminándola. Más allá de tal Arca de los fugitivos, ya en el altar mayor del templo un vídeo que aborda otro aspecto del mismo tema. Cinco jóvenes llegan a un enclave de Safe Haven (Refugio seguro), organización escandinava que ofrece asilo a escritores o artistas amenazados en sus respectivos países. Los cinco jóvenes son actores, alumnos de la Escuela de Arte Comprometido de Chto Delat? No están amenazados, pero pueden estarlo algún día. Cuentan sus temores, se relacionan con las gentes de la isla-refugio y narran cinco casos de personas que no pudieron marcharse y las asesinaron o encarcelaron por sus ideas.

Hay expuestas otras obras de este colectivo ruso que ha adoptado como nombre el de un texto de Lenin que sonará a algunos lectores y más de uno habrá leído, ¿Qué hacer? La idea central del folleto es que sin ideas no puede haber praxis revolucionaria. Los autores de este colectivo aplican ese principio: sin pensamiento no hay arte. Son sugerentes sus cantatas, cercanas a las de Brecht, interesante el fichero crítico de las redes sociales rusas, expuesto en el antiguo refectorio, mientras banderolas y carteles reinterpretan la tradición agitprop. Pero a mi juicio, lo decisivo de la muestra es esta larga meditación sobre la memoria. Cuando los llamados liberales anteponen la coacción de la ley al reconocimiento de derechos y colocan las exigencias del mercado por encima del principio de la equidad, algo debemos estar haciendo mal. No está de más entonces volver a recorrer los caminos de la memoria.

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