El nombre de Miguel López (Villargordo, Jaén, 1950) no dirá mucho a los aficionados a este arte, a no ser que se trate de los muy seguidores de Mario Maya, compañía en la que militó durante siete años. Fueron ésta, y La Cuadra de Távora, los únicos y privilegiados marcos de sus cantes, pues hace años que se retiró de los escenarios. Vuelve ahora con éste su segundo disco, secundado a la guitarra y a la producción por Pedro Sierra. El repertorio tiene mucho que ver con la épica propia de la compañía de Maya de los setenta. De aquella época datan muchas de las composiciones, firmadas por el propio Maya. Se trata de musicar los poemas de Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, León Felipe y el inevitable Lorca. López conserva la voz y el espíritu juvenil, elemento subrayado por los arreglos de Sierra, los estribillos y el acompañamiento. Bulerías, soleá, cantiñas, tientos y tangos son los vehículos musicales elegidos para trasladar la poesía neopopular del siglo XX al espíritu flamenco. Los ritmos son tradicionales y las melodías nuevas. La técnica, facultades y, sobre todo, el corazón de este cantaor continúan intactos y por ello deseo que su vuelta a los ruedos no se quede en la edición de este CD.