Benedicte Palko. Pianista y Directora del Festival Turina

"Nuestro ritmo es incompatible con el de las instituciones"

  • Del 4 al 10 de septiembre se celebrará en Sevilla la VI edición del Festival Internacional de Música de Cámara Joaquín Turina

  • La muestra estuvo oficialmente cancelada en 2016

La pianista noruega Benedicte Palko (Stavanger, 1972) fundó el Festival Turina en 2007.

La pianista noruega Benedicte Palko (Stavanger, 1972) fundó el Festival Turina en 2007. / fotos: josé ángel garcía

La pianista Benedicte Palko (Stavanger, 1972) creó en Sevilla el Festival Turina hace diez años con la idea de unir el nombre del más ilustre compositor local del siglo XX con la música de cámara y la formación de los jóvenes. El certamen, de carácter bienal, estuvo oficialmente cancelado entre mayo y julio de 2016.

-El 17 de mayo del año pasado usted anunció la cancelación del Festival por falta de recursos. El 12 de julio, en conferencia de prensa conjunta con Antonio Muñoz e Isabel Ojeda, dio marcha atrás y confirmó que habría una sexta edición. ¿Qué pasó en esos dos meses?

Tras la primera edición, la idea era alternar la Bienal con el Festival y crecer paulatinamente"

-El Ayuntamiento nos confirmó que ponía los 30.000 euros que necesitábamos.

-En aquella rueda de prensa se habló de cambio de modelo, de una cogestión con mayor protagonismo del Ayuntamiento. ¿Qué ha significado eso?

-Ahora mismo significa que hemos recibido 30.000 euros. Con esa cantidad confirmamos el presupuesto. La gestión y todos los demás gastos siguen corriendo de cuenta del Festival Turina.

-Entonces, aparte el dinero, ¿no ha cambiado nada?

-La aportación económica y el firme compromiso de Antonio Muñoz nos ayudan a llegar a este sexto festival; sin esos 30.000 euros no habría festival. Esto es así. Ese fondo me permitió buscar patrocinio privado y reunir todo el dinero que necesitamos. Pero es muy difícil armonizar formas de funcionar tan diferentes. Nuestro ritmo es incompatible con el de las instituciones.

-Esa ayuda municipal había existido hasta la tercera edición, cuando fue de 25.000 euros. Estos 30.000 suponen recuperar algo que el Festival ya tuvo. ¿Están como al principio?

-Exactamente. Tras la primera edición tuvimos un primer contacto con el Ayuntamiento y desarrollamos la idea de que sería bueno que Sevilla tuviera un año Bienal de Flamenco y otro, Festival Turina. Con ese acuerdo pusimos en marcha compromisos artísticos y concebimos el crecimiento paulatino de la muestra, edición a edición. Con lo que tenemos, hemos llegado al límite: es una explosión de actividades en siete días. Y no podemos dar más. La atención de la ciudad de Sevilla hacia este proyecto casi no existe. No se valora su potencial. La Reina Sofía es ahora nuestra presidenta de honor. RNE sigue grabando los conciertos. Toda la atención viene de fuera. La mayoría de los patrocinadores son empresas que no tienen nada que ver con Sevilla, y los que sí son de Sevilla, a excepción de la Fundación Cruzcampo, no tienen dueños sevillanos. El plan que trazamos en su día de alternar Bienal de Flamenco y Festival Turina sigue sin aprovecharse.

-Era un plan absolutamente asimétrico. La Bienal de Flamenco se organiza desde las instituciones con un presupuesto altísimo y el Festival Turina sigue siendo un pequeño proyecto privado.

-En efecto, el Turina no puede crecer.

-¿Y la falta de crecimiento se debe, según usted, a la escasa implicación de las instituciones y de la sociedad civil sevillana?

-Exactamente. Sin patrocinio, sin dinero, seguimos como al principio, sin poder gestionar la programación con tiempo suficiente.

-La Junta de Andalucía y el Inaem apoyaron al festival en su anterior edición. ¿Se ha mantenido ese apoyo?

-Del Inaem hemos recibido 6.000 euros [en la anterior edición fueron 5.000], que está muy bien, porque es lo que necesitábamos para cerrar el presupuesto. La Junta nos ha apoyado ante el Inaem, pero nada de dinero.

-Hace dos años la Junta puso 5.000 euros y les prestó los instrumentos de la OJA. ¿Este año nada de eso?

-Nada. No hemos podido firmar ningún convenio. Apoyó nuestro proyecto delante del Inaem, lo que moralmente es importante, aunque en realidad el Ministerio lo que hace es puntuar el contenido de cada proyecto, y este se defiende solo.

-¿El trabajo de búsqueda de patrocinios lo hace usted personalmente?

-Sí. Y es mucho trabajo. Escribes a 400 sitios y a lo mejor te responden 20. Miras esos otros 380 y piensas, y a quién recurrimos ahora. Las cantidades son pequeñas, el tiempo y el camino son demasiado largos. Estamos a finales de julio y esperamos todavía algunas respuestas.

-En 2015 por estas fechas confesaba un déficit de 1.200 euros. ¿Ahora es igual?

-Déficit no hay, porque soy muy rígida con el gasto y la austeridad del festival es absoluta, pero nos gustaría añadir algo más y no tenemos dinero, y si se presenta alguna necesidad sobrevenida tampoco tenemos nada.

-¿Quiere profundizar en esa falta de interés que ha detectado en la sociedad sevillana en cuestiones de patrocinio?

-Me gustaría aclararlo, sí. Entre los mecenas tenemos a la Fundación Cruzcampo. Ganamos uno de los Premios Cultura Viva que convocó en otoño. Somos el único proyecto musical andaluz que lo consiguió. Fueron 4.000 euros, que es un apoyo muy importante, porque es mucho más de la ayuda que nos daba antes. Tenemos también a ELI, que es una empresa de Sevilla, pero sus dueños son de Canadá e Inglaterra. El Círculo de Labradores nos apoya cada año, pero no es una empresa. Alfombras Baldomero también nos apoya, desde siempre, pero son de Castilleja. La Fundación Grupo Azvi nos sigue apoyando. También el Instituto Francés, que nos ayuda especialmente con los artistas franceses. Luego tenemos algunos mecenas que dan becas para los jóvenes y patrocinan eventos concretos, y ahí se incluye una empresa sevillana de lutería, que es Música y Cuerda, que va a dar beca para un alumno. El Trinity College of London será patrocinador exclusivo de la Banda. Pearson, que también es una empresa extranjera de idiomas, ofrece becas para el grupo de metales y patrocina la orquesta de cuerdas. Cambridge Institute lo mismo, patrocina a los becarios, como Aceia (Asociación de Centros de Idiomas de Andalucía) y la ciudad de Stavanger. Hay un montón de empresas de idiomas y de cultura, pero la mayoría son extranjeras. Luego tenemos un apartado singular, que llamamos Empresas amigas, que nos ayudan ofreciéndonos algunos de sus productos gratis.

-Otros dos pilares del festival son los Amigos y los Voluntarios. ¿Han cumplido sus expectativas este año?

-De los Amigos hemos superado la cantidad que recibimos en 2015. Son 50 ahora mismo, y están ahí para ayudar económicamente al Festival. No podemos ofrecerles nada más que la programación, una reducción de precios, información, adelanto de novedades… Y los Voluntarios, lo mismo.

-¿Hay cambios en las sedes?

-Sí, la sede oficial pasa del Conservatorio Cristóbal de Morales al Superior. Incorporamos también el Hotel Alfonso XIII, donde habrá dos matinales, y el Espacio Box, donde se celebrará el concierto de la banda. El plan era tener el Monasterio de San Jerónimo, con ensayos en el Teatro Alameda, pero están en obras. Buscamos aún sitio para ensayos, porque la noticia de las obras la recibimos tarde. Hemos tenido 140 solicitudes de chicos para la banda. En 2015 fueron 80. Para mí, es fantástico, emocionante. La idea era hacer sonar a toda esa banda de 140 chicos, pero sin la sede adecuada tendremos una banda reducida, aunque los 140 participarán, alternándose, como hicimos en el Espacio Turina.

-¿Puede adelantar algunos nombres de los artistas que participarán este año?

-Siempre repito algunos, porque la dinámica funciona mejor si dos o tres han estado antes. El violinista Philippe Graffin no pudo venir en la edición anterior por enfermedad, y ahora sí estará. Vuelve Gary Hoffmann, encantadísimo. Hay jóvenes músicos españoles para todos los instrumentos de cuerda. Tenemos también un problema, porque iba a volver la violinista Esther Hoppe, pero dará a luz a principios de octubre y no podrán venir ni ella ni el violonchelista Christian Poltéra. Estoy buscando sustitutos, pero no es fácil, porque tienen que cumplir con un perfil específico: ser grandes solistas, buenos profesores y tener gran calidad humana. Además programo las obras pensando siempre en un sonido concreto. El Festival se cerraba con el Quinteto con piano de Dvorák con Esther y Christian en la plantilla, y no es fácil encontrar sustitutos con poco tiempo.

-El festival empieza ya con conciertos el lunes 4.

-Sí. Como es el 135 aniversario del nacimiento de Turina, he invitado al Trío Arriaga, que va a hacer sus Tríos completos. Sofia Melikyan se ofreció para un concierto solista. Tocará Goyescas de Granados el martes 5. El concierto de la Banda se adelanta al miércoles. Las dos matinées en el Hotel Alfonso XIII (miércoles y viernes) son nuevas: serán programas cortos, de menos de una hora, sin descanso. Mantenemos el tradicional concierto del jueves en la Casa de Salinas y el cierre el domingo en Capitanía.

-Después de tantos años en Sevilla, ¿sigue pensando que la ciudad es una sede adecuada para un Festival Internacional de Música de Cámara?

-No es adecuada porque el público no es suficientemente amplio. Pero esto es como una rueda, sin el apoyo adecuado y sin tiempo es imposible hacer publicidad. Solos no podemos. Tenemos el apoyo económico del Ayuntamiento, pero en su programación aún no figura el festival.

-¿Se llegó a plantear el traslado a otra ciudad?

-No, nunca. Es algo que pusieron en mi boca, pero nunca se planteó. La razón de que haya una sexta edición es porque en julio el Ayuntamiento me dio una solución. Me ofrecieron además la posibilidad de crear programación en el Espacio Turina durante el año, y eso era interesante.

-¿Cómo valora la celebración de esos primeros conciertos Entre Festivales?

-El programa ha sido estupendo, pero ha supuesto muchísimo trabajo para poquísimo público. Sin publicidad es imposible. Si no haces publicidad, nadie sabe que existes. Para qué estamos entonces moviendo tantos artistas y creando programación. La falta de publicidad de la sala es un error garrafal. No es algo que puedan asumir los que están invitados a hacer la programación.

-¿Se plantea la continuidad para 2019?

-Ahora mismo no sé. El compromiso de Antonio Muñoz y de Isabel Ojeda es firme. Pero un festival necesita un ritmo particular, y si no se puede hacer compatible con las instituciones y la gente que te sostiene es muy complicado. Tenemos la misma inseguridad para el futuro que siempre, y con mayor carga de trabajo para el pequeño equipo organizador. El ritmo de confirmación de todo es tan lento… Intentas rellenar los huecos y la falta de respuesta con opciones b, c, d, e, f… Eso desgasta muchísimo.

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