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Ruibérriz & Cuarteto Goya | Crítica

Alabanza de corte

Rafael Ruibérriz y el Cuarteto Goya en el Alcázar

Rafael Ruibérriz y el Cuarteto Goya en el Alcázar / Actidea

El esplendor de la música antigua en España no ha dado aún para la constitución de un cuarteto de cuerdas estable que se dedique a la interpretación de música clásica y romántica con criterios de época. Nada parecido al Casals, el Quiroga o el Gerhard hay en el ámbito histórico. No faltan iniciativas, pero vinculadas a proyectos concretos y no al trabajo continuado y exclusivo de los grandes conjuntos convencionales.

Con todo, hay proyectos ilusionantes, como el de este Cuarteto Goya, que acaba de grabar junto a Rafael Ruibérriz la integral de los quintetos con flauta de Boccherini. En febrero ofrecieron, dentro de uno de los ciclos musicales del Año Murillo, los seis de la Op.19. Al Alcázar han venido con los seis de la Op.55. Los resultados son extraordinarios.

Se trata de música vinculada al mundo cortesano de la segunda mitad del XVIII, música dominada por estructuras tripartitas, regulares, con perfiles melódicos claros, armonías estables y una vivacidad que no se olvida del universo de la danza. El genio de Boccherini hace todo eso compatible con su natural tendencia a la melancolía, que de repente te asalta en algunos Andantinos o en el muy expresivo Quinteto nº5, con rasgos que apuntan a una sensibilidad nueva, romántica.

Todo ello se pudo disfrutar merced a unas interpretaciones dominadas por la elegancia y una sonoridad muy sugerente, con la dulzura de la flauta de Ruibérriz flotando en ocasiones sobre una cuerda de sonido agreste, afilado, e integrándose en otras con un empaste casi milagroso con sus cuatro compañeros en una atmósfera cargada de aire rococó, atmósfera impulsada por la gracilidad de las articulaciones, la delicadeza del fraseo y el buen gusto de la ornamentación.

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