Cultura

La sombra de J. Luis Moreno es alargada

El estreno mundial, ayer, de Fugadas en Sevilla tuvo visos de acontecimiento social. Con todas las entradas vendidas para todas sus funciones y con un público entregado que aplaudía cada cambio de escena, el que esto escribe se teme que estamos ante uno de esos casos en los que la crítica va por una parte y los gustos del público por el contrario.

Con una escenografía que delata, desde un primer momento, que estamos ante una comedia naïf uno empieza a sentirse incómodo cuando la historia se va desarrollando a modo de secuencias ayudadas por una película de dibujos animados que hace las bases de los antiguos telones pintados.

No hay sitio aquí para elucubrar sobre la terrible influencia que la televisión y la tiranía de las audiencias están ejerciendo sobre el teatro, Fugadas es una prueba.

Dos buenas actrices, María Galiana y Rosario Pardo, sacan adelante un texto que no tiene el más mínimo interés, que suena a chiste fácil y puerilidades baratas. La Townsen tiene un envidiable ojo para lo que le gusta al público. Yolanda lo ha versionado sin dificultad.

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