Con las localidades agotadas desde hacía días, anoche se presentó en la sala pequeña del Teatro Central el segundo trabajo de la compañía sevillana La Ejecutora / Teatro a Pelo. Una ambiciosa pieza en la que cuatro actores, conservando sus nombres, realizan un personal viaje por el interior de sus dramas vitales.

Dos grandes cortinas en las que aparece proyectado un paisaje de montaña, una roca y una cabina de teléfono constituyen el espacio escénico. En él, bien iluminado, un aluvión de ideas que ha ido aportando un amplísimo equipo de profesionales. Referencias a nuestras heridas y a nuestros miedos, a los monstruos que todos llevamos dentro, a los deseos que ocultamos en lo más profundo y a las culpas...

Mil ideas que tratan de convertir en materia teatral cuatro voces (no demasiado cuidadas) y cuatro cuerpos que hablan de sí mismos y para sí mismos, aunque sus palabras y sus acciones repercutan siempre en las palabras o en las acciones de los demás.

Esto hace que el trabajo –muy físico, casi dancístico– se disperse bastante formando un extraño híbrido entre lo real y lo soñado, lo masculino y lo femenino, lo cotidiano y lo poético... Lo concreto, lógicamente, da más juego, como sucede con la estupenda escena de Koldo en la cabina de teléfono, recibiendo las felicitaciones de toda su familia. Sin embargo, cada espectador se identificará sin duda con sus propios dramas.