Su voz inconfundible fue la que le llevó al periodismo tras una entrevista (en francés) en una emisión universitaria. Lo de cofrade lo llevaba "en los genes", ya que su padre, José Luis Garrido Ávila, fue uno de los fundadores del Lunes Santo. El mundo cofrade fue lógicamente un eje en su extensísimo quehacer informativo, que comenzó en RNE, en 1956, cuando tenía que presentar un guión previo de las retransmisiones -"Quizás tuve tanto éxito porque me salía del guion, contando lo que veía", dice- y se prolongó durante muchos años en TVE, cuya delegación andaluza casi inauguró junto a Paco Narbona, "padre de la ministra y quizás el mejor director que he tenido". Se prejubiló en el 91, pero lo siguieron llamando, por ejemplo para retransmitir la visita del Papa. Su pluma tampoco ha permanecido inactiva, ni mucho menos. Su último libro, ¿El fin de las cofradías?, (Ed. Rosalibros), hace el número quince de su producción. Su título tiene, "como la obra, una doble lectura, ¿término o finalidad?". Además de un error "intencionado" en la portada: "Es un graffiti, un desafío de uno de los nuevos grupos del escenario cofrade ". Se trata, añade, de una reflexión "muy documentada, con mucha nueva teología", sobre ese nuevo escenario y lo que se le requiere a las hermandades y a los cristianos, empezando por él mismo. Y con el "detallazo" del Cardenal Amigo, que lo prologó motu proprio tras leerlo.