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Nadie se ha quejado. Ni un solo tuitero ha descargado su ira en los 280 caracteres contra un acento norteño, que sea entendible o no, lo cierto es que aporta una notable riqueza narrativa a una producción posicionando la historia en su verdadero contexto. Ni una sola burla se ha escrito contra el acento gallego en internet, que consiguen actores como Tamar Novas, Javier Rey o Marta Larralde en la recién estrenada serie de Fariña, emitida en Antena 3 e inspirada en el libro de Nacho Carretero. Tampoco se oyen cuando en casi todas las reuniones de amigos alguien imita el insulto más usado y contraído de Pablo Escobar, el protagonista de la serie de Netflix, Narcos. De todos estos encuentros aún salen hordas de imitadores del colombiano callejero, que asegura en ciertos casos hasta el aplauso colectivo. Pero el sur es otra cosa. Siempre lo ha sido. Tenemos que cargar con los estigmas, pase lo que pase y demostremos lo que demostremos. Que somos igual de buenos haciendo productos culturales, que tenemos capacidad para cambiar de registro y no quedarnos en el pan y circo habitual, que las ambientaciones y la documentación previas a cualquier superproducción son indicadores del éxito, que como en el caso de la serie de La Peste, vendrá posteriormente.

El soniquete andaluz viene cargando de tópicos feroces que achacan a su plurilingüísmo etiquetas como la del maltrecho cateto que se busca la vida fuera, pero que está marcado de por vida por la letanía de su lengua, por el timbre de sus acortamientos, que resuenan entre las carcajadas del que le impone características injustas y, evidentemente, falsas. Entre el ceceo y el seseo no existen diferencias, habría que decirle a más de uno más apostado más allá de Despeñaperros, porque ambas características fonéticas proceden de la misma raíz y evolucionan a la par.

Los expertos seguidores de series no entienden a Paco León cuando se come el final de las palabras, pero sí a los gallegos cuando entonan su "cara de cona". Habría que ver si cogen el mismo rasero cuando consumen series en versión original en las que los acentos en inglés son distinguibles al oído experto. Quizás acabarían con el prestigio de Daniel Day Lewis, un verdadero genio cuando se trata de interpretar hablas, especialmente aquellas que ya no existen, como la de su personaje Daniel Plainview en la película Pozos de ambición, o le arrebatarían el Oscar a mejor actor de reparto por la que es una de las mejores interpretaciones del Joker de todos los tiempos a Heath Ledger. El desaparecido australiano simuló el acento neoyorquino a la perfección. Pero es que la crítica americana, amigos, no es lo mismo que una crítica a la española.

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