Coincidiremos todos en que, si en algún gremio pueden encontrarse fortunas que se acerquen algo a la de Amancio Ortega, ése podría ser el fútbol. Pero, tristemente, en la gran crisis del Covid-19 pocas han sido las donaciones, de las de verdad, que llevan hasta ahora la firma de una superestrella del deporte rey comparadas con las sumas indecentes que, no ya es que cobren cada año, sino que exigen a los clubes con los que firman.

Mucha iniciativa en redes sociales para recaudar fondos con un fin solidario, mucho prestar la imagen para que paguen otros... Porque, eso sí, exponer o ceder la imagen para ellos es algo así como poner en riesgo sus vidas como hacen los médicos y enfermeros que están a diario sin mascarilla en primera línea de fuego. La imagen sí, pero la fortuna está a buen recaudo mientras sus fans se quitan un eurito de su humilde sueldo y se sienten felices por responder a la llamada de un ídolo solidario.

Los ha habido que sí, todo hay que decirlo. Puestos UCI en Portugal sufragados por Cristiano Ronaldo y Jorge Mendes, con capacidad financiera ambos para levantar un hospital cada uno, o un millón de euros donados por Guardiola para material destinado a los hospitales de... Cataluña. En fin, cada uno pone lo que puede y lo que le tira.

Con dos semanas de la naturaleza abriéndose paso en nuestras calles desiertas de humanidad -y lo que queda-, ya empiezan a entender que la rebaja salarial será inevitable -faltaría más-, pero, cuidado, no se pasen en el recorte que estos pobres señores ya han tenido bastante con Hacienda entrando como Sandokán a machetazo limpio en sus paraísos fiscales.

De momento, vale con un mensaje de apoyo a esta o a aquella organización para que genere donaciones y con colgar vídeos entrenando en sus impresionantes gimnasios y jardines mientras sus abogados ya estudian por dónde pelear el último euro defendible.