Análisis

francisco andrés gallardo

André Leon Talley y las patas de jamón

André Leon Talley en el 'front row' de una pasarela neoyorquina

André Leon Talley en el 'front row' de una pasarela neoyorquina / EFE

Con su estampa tan inmensa y voz grave, con caftanes ampulosos que lo vestían en el rey que en verdad era, André Leon Talley era el mayor defensor del papel en estos tiempos de cristal. Desde sus páginas contribuyó a descubrir y motivar a diseñadores y modelos y también desde su posición pudo hacer de la moda un mundo más diverso, más desahogado de prejuicios y de barreras raciales.

El mítico editor creativo de Vogue USA, y que también trabajó en The New York Times en los burbujeantes tiempos de Studio 54, dibujaba el mundo en las fotos de papel y en sus artículos de atalayas serenas describía un futuro estilizado, como si nos contemplara desde una playa de Mustique. Ha fallecido en esta semana a los 73 años. Talley fue uno de los nombres más influyentes en los seísmos de las pasarelas. Didáctico, tras su porte imperial de sedas y pliegues se encontraba un chico que creció en un pueblo de Carolina del Norte y que tuvo que bregar contra un racismo lacerante.

Sus efusiones oníricas se entrecruzaban con la dura realidad y desde sus publicaciones invitaba a soñar una vida mejor. Creía en el papel como lugar de prestigio de las voces expertas frente a la inmediatez visceral del mundo virtual y gaseoso.

Su presencia en la 080 Barcelona Fashion Week de 2018 deslumbraba de por sí, a lo que se sumaban sus certeras apreciaciones y sus miradas, a dos metros de altura impresionantes, con las que descifraba códigos. Sus problemas de salud por la obesidad le hacían ya mella. De los miles de entrevistados que he tenido la suerte de conversar en estos años pocos me han podido marcar como Leon Talley porque pocos como él, además, han tratado con tanto respeto el poder de una revista.

André Leon se sentía en realidad más francés que estadounidense y la cocina del país vecino le llegó a conquistar tanto como la moda. El gusto de aquel joven afroamericano de familia humilde se lo forjó su abuela con las tartas de chocolate o de ruibarbo y las selectas recetas que replicaban en casa de los platos elaborados en televisión por Julia Child, embajadora mundial de la gastronomía francesa. En casa de Talley se aprendía el esfuerzo y el ingenio de reutilizar mientras guisaban los capones y patos más allá de las salsas de lata de los supermercados. No fue casualidad que de pipiolo intimara con Jackie Kennedy y su hermana Lee.

También en España se quedaba fascinado con Naty Abascal y la duquesa de Alba y lo que más le impresionaban eran las patas de jamón goteando desde los techos de los restaurantes de Sevilla y de Jerez. Por supuesto que sucumbió ante el mayor regalo ibérico como sublimación de una forma de entender la cultura y la vida. Leon Talley sólo se rendía ante lo realmente excepcional.

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