Análisis

Rogelio Velasco

Argentina y los riesgos del populismo

Tal día como hoy, en el año 2010, el peso argentino cotizaba a 3,95 respecto del dólar. Hace un año, la cotización se elevaba a 17,25 pesos. Al cierre de ayer en el mercado de Nueva York, el peso se desplomaba hasta los 38,06.

¿Cómo es posible que la moneda de un país se haya devaluado casi un 50% en lo que va de año y un 90% en esta década?

Se supone que Argentina no es una economía emergente del estilo de Turquía, Suráfrica o incluso Brasil. El nivel de formación de la población es sensiblemente superior a las de esas otras emergentes, variable considerada frecuentemente como la más importante para explicar el nivel de desarrollo y la evolución económica de los países. El status de la economía argentina ha sido muy superior a los de esas otras economías.

Sin embargo, el marco institucional ha demostrado ser, a lo largo de la historia, catastrófico desde el punto de vista económico. Todos los partidos políticos que han gobernado en el país desde la caída de Perón han confiado en el muy activo papel del Estado para resolver problemas económicos y sociales en el corto plazo.

Perón gobernó la primera vez con un entorno exterior excepcionalmente favorable. Las exportaciones de carne y trigo para abastecer a los contendientes después de la II Guerra Mundial permitieron un crecimiento sostenido y la rápida provisión de bienes públicos (educación, sanidad, pensiones) que eran financiables en la medida en que ese entorno exterior continuara.

Como sucedió entonces, ha vuelto a ocurrir recientemente. La irrupción de China, India y otras economías en los mercados internacionales demandando materias primas a gran escala, permitió impulsar una gran expansión de las exportaciones y del PIB.

El abandono de la paridad del peso con el dólar en 2001 permitió un fuerte crecimiento exterior, impulsado tanto por la devaluación como por la gran demanda de materias primas desde las economías emergentes.

La evolución del PIB en los primeros años de esta década ha ido paralela al de la cotización de las materias primas. Como a principios de ese periodo la cotización era fuerte, la expansión del PIB también lo fue. Pero el aumento del gasto público durante el periodo de Cristina Kirchner no era sostenible, en la medida en que estaba financiado por un entorno exterior muy favorable.

En el año 2012, la crisis económica mundial indujo una reducción sustancial de las compras de materias primas, especialmente en los países emergentes, provocando tasas de crecimiento negativas y déficits fiscales crecientes.

Los mercados han reaccionado de manera muy dura con el hundimiento de la moneda que hemos observado estos días.

El Gobierno de Macri se ha encontrado con un cuadro macroeconómico heredado del Ejecutivo anterior insostenible. A la desesperada ha reclamado al FMI una línea de crédito de 50.000 millones de dólares para poder sostener el funcionamiento del país. Además, ha recortado gasto público y elevado impuestos a las exportaciones, en un intento de cerrar la brecha fiscal.

Si el populismo continúa influyendo tan profundamente en la política y en las instituciones argentinas, las crisis salvajes que empobrecen tan dramáticamente a la población, continuarán siendo recurrentes y el futuro nunca estará despejado.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios