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Análisis

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San Telmo Business School

Atrapados en la trampa de la deuda

Christine Lagarde, presidenta del BCE

Christine Lagarde, presidenta del BCE

Las tres últimas crisis han sido el punto de inflexión hacia una nueva era, hacia un nuevo sistema financiero, económico y geopolítico a escala global. Han sido los estertores de movimientos tectónicos que se venían produciendo en las últimas décadas, sin que fuéramos conscientes de los cambios estructurales que se estaban produciendo, y que ahora, tras el choque de las placas tectónicas, se manifiestan con gran estruendo y rapidez en forma de crisis económicas, financieras, sociales y geopolíticas.

La crisis financiera de 2008 fue una crisis de deuda que puso de manifiesto la insostenibilidad de un modelo de crecimiento en base a un endeudamiento sin límite durante varias décadas, consentido y propiciado por los bancos centrales. La pandemia puso en evidencia la fragilidad de la humanidad y la inadecuación e insuficiencia de los sistemas sanitarios en un mundo globalizado. En las próximas décadas asistiremos a una reformulación de los sistemas sanitarios a nivel global, en los que el concepto de previsión y salud pública predominarán bajo el lema más eficiente de “dirigir los recursos a evitar las enfermedades más que a curarlas”. También puso en evidencia algunos fallos de la globalización, como la fragilidad e inadecuación de unas cadenas de suministro global excesivamente fragmentadas siguiendo el único criterio de menor costo y mayor eficiencia. Tras el fallo de las cadenas de suministro globales se está anteponiendo la seguridad a la eficiencia, provocando cambios estructurales en los procesos de aprovisionamiento y producción, en una estrategia de diversificación, cercanía, relocalización y selección de los proveedores más fiables. Por último, la guerra de Ucrania nos ha hecho ver la fragilidad de las democracias, el avance de las autocracias y la obsolescencia de un orden económico y geopolítico mundial rebasado y no apto para dirigir y regular el mundo actual y preservar la convivencia y la paz. Tras de la guerra de Ucrania asistiremos en las próximas décadas al nacimiento de un nuevo orden económico , financiero, tecnológico y geopolítico mundial.

En este artículo nos centraremos en la primera de las lecciones: la insostenibilidad del modelo de crecimiento en base a un endeudamiento sin límite.

Deuda sin límite

En las últimas décadas el crecimiento mundial se ha apoyado en un endeudamiento sin límite. Políticas fiscales muy expansivas han apoyado un fuerte crecimiento de la producción y la creación de empleo, generándose importantes déficits y aumento de la deuda pública. Las políticas monetarias expansivas y los bajos tipos de interés animaron a los países avanzados y emergentes a un endeudamiento excesivo, ya que los bajos tipos de interés mantenían estable la carga financiera. Lo mismo ocurrió con el sector empresarial. Los bajos tipos de interés animaban a los inversores acometer proyectos de dudosa rentabilidad . Este cambio de hábito inducido por los bajos tipos de interés afectó también a los hogares, tradicionalmente ahorradores y financiadores del sector público y empresarial, que ante la insistente y solícita oferta bancaria y los bajos tipos de interés aumentaron la financiación de su consumo mediante tarjetas de crédito. Los sectores más jóvenes de la población pasaron de ser acreedores netos a deudores netos. La banca comercial también tuvo un gran protagonismo en este cambio de hábito de los consumidores. La gran competencia por la rentabilidad y el crecimiento determinaron una bajada en los requerimientos exigidos a los prestatarios y un marketing potente en la financiación de las empresas, el consumo doméstico y la vivienda.

Este exceso de financiación y relajación en el rigor en la asunción de riesgos se puso de manifiesto en la crisis financiera de 2008. En España los impagos y la morosidad se dispararon hasta el 14%, El sistema bancario tuvo problemas de liquidez, ya que gran parte de la financiación de las viviendas se hizo con cédulas hipotecarias que se colocaron en los mercados exteriores. Los problemas de liquidez llevaron a problemas de solvencia bancaria. La banca española tuvo que ser rescatada con cargo al presupuesto y a fondos europeos. El sector más afectado fue el de las cajas de ahorro. Situaciones similares de excesivo endeudamiento se produjeron en gran parte de las economías avanzadas y de los países emergentes. La ayuda a la banca fue generalizada en el mundo desarrollado para proteger al sistema financiero y a los depositantes. La crisis fue alargada y profunda y hubo que esperar hasta el año 2014 para contemplar los inicios de la recuperación. Una lección clara, contundente y dolorosa de que el crecimiento en base a deuda sin límite no es sostenible y tiene un altísimo costo.

Lección no aprendida

La crisis financiera del 2008 no fue aprendida por el mundo desarrollado y emergente, y no fue suficiente para acabar con el modelo de crecimiento a base de deuda. Si en 2008 la suma de la deuda privada y pública global estaba en torno al 278% del PIB, a finales de 2021 alcanzaba el 355% del PIB global. Un crecimiento de la deuda global generalizado en las economías avanzadas , emergentes y de bajo ingreso. En las economías más desarrolladas la deuda total alcanzó el 420% del PIB, en la Eurozona el 320% , en Estados Unidos el 420% y España, que en 2008 era una de las naciones más endeudadas del mundo, aprendió parcialmente la lección. Ha sido el sector privado el que ha reducido su deuda en porcentaje del PIB, no así el sector público, que ha pasado de un ligero superávit en 2007 a un déficit del 117% del PIB en 2022.

La acumulación de deuda a nivel global constituye una auténtica trampa en la salida de la crisis. EL escenario de estanflación, estancamiento e inflación de 2022 se va a prolongar durante todo 2023 y parte de 2024. Los bancos centrales están dispuestos para subir los tipos de interés y mantenerlos después altos lo que sea necesario hasta que la inflación esté controlada. La subida de los tipos de interés aumenta la carga financiera de la deuda hasta poder hacerla insostenible, en un momento en que los hogares ven mermada su capacidad adquisitiva por la persistente inflación, y las empresas ven caer sus márgenes por el disparo de los costes. Hay ligeras señales de que la inflación puede descender a partir del primer semestre de 2023 pero todavía con niveles muy altos. Los bancos centrales continuarán con subidas de tipos de interés cada vez más reducidas durante el cuarto trimestre de 2022 y primer semestre de 2023.

Riesgo de crisis financiera

El riesgo es que en esta situación tan vulnerable se dispare una crisis financiera. Los Gobiernos y los bancos centrales tendrán que tener una coordinacion máxima para que esto no ocurra. La política monetaria y la política fiscal deben de estar perfectamente coordinadas para que una no anule a la otra, como ya está denunciando el Banco Central Europeo. Habrá que tener habilidad y paciencia por qué reducir la montaña de deuda global sin producir inestabilidad y crisis financiera. En el mejor de los escenarios la próxima década será de bajo crecimiento con niveles decrecientes de inflación.

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