Análisis

Eduardo Florido

El Bayern Múnich, un sueño infantil hecho realidad

El Sevilla se mide al grande que le faltaba, 60 años después de su cruce con el Madrid

Decir Bayern Múnich para los nacidos en los años 70 es mentar el equipo que se incrustó en la memoria colectiva de aquella generación como algo mítico. En ese imaginario resuenan los nombres de Maier, Beckenbauer, Uli Hoeness, Breitner, Schwarzenbeck, el del fatídico gol al Atlético que abrió la era de dominio teutón y cercenó la colchonera, Gerd Müller, Rummenigge, el elegante delantero que, brazo en cabestrillo, hundió en la prórroga a la exquisita Francia de Platini en el Ramón Sánchez-Pizjuán... Efectivamente, en Nervión hay otra cita histórica, grande de verdad.

No es gratuito el calificativo de histórico en este caso. La única vez que el Sevilla alcanzó una cota tan alta en una eliminatoria europea como ésta fue en el viejo Nervión. El pentacampeón de la UEFA Europa League, el supercampeón de Europa en 2006 ante el Barcelona, sólo jugó en una ocasión los cuartos de final de la Copa de Europa y fue ante el temible Madrid de Di Stéfano y compañía. Marcelo Campanal aún recuerda socarronamente y algo dolido cómo el fallecido Marsal provocó su expulsión en el Bernabéu. En la ida fue goleado y la vuelta se jugó el 22 de febrero de 1958 en Nervión. El Sevilla no pasó del empate a dos y el viejo estadio dio paso al actual en aquel verano.

Muchos de los habituales del Sánchez-Pizjuán, al menos los de cierta edad, saben esto. Saben que hace 60 años que el Sevilla no juega los cuartos de final de la Copa de Europa, saben que llega el Bayern Múnich, ese equipo mítico cuya mera mención suena a puro fútbol. Y también han de saber que llega con una constelación de estrellas, de Hummels a Müller, de Thiago a Lewandowski, de Javi Martínez a Robben... Para jugar estos partidos se aspira a estar entre los elegidos de la Champions, para que alguna vez te visite el Bayern Múnich, como si fuera un sueño infantil hecho realidad. Era el grande que le faltaba al Sevilla y le toca recibirlo como merece.

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