Análisis

EL TREN DE LA BRUJA Antonio Montero Alcaide

Bruja explosiva

Qué, plumilla farolero, te has repuesto de la noche? -Por respeto y reserva, bruja explosiva, no voy a comentar el homenaje que nos hemos dado en el Alfonso XIII, pero trastornadito me tienes con tu natural desenvoltura entre las sábanas.

-Mira, escribiente gozoso, con Lucifer no me como una rosca desde hace tiempo, porque los aquelarres no son lo que eran. Luci -aunque se revuelve cuando lo llamo así- está de capa caída porque el maligno virus de la pandemia lo ha desplazado en la jerarquía de la maldad y anda pensando en alguna campaña para recuperar su pujanza maléfica. De modo que, ante tus ganas de para pasar un buen rato, no me lo pensé dos veces; si bien, no te lo ocultaré después de la noche que me has dado, sí se me pasó por la cabeza que, al final, resultara un acto fallido y no me pidas detalle.

-Te equivocaste, bruja exigente, porque digo yo que algo te habré motivado, de algún estímulo seré casusa, para que esa desenvoltura natural tuya nos haya llevado al frenesí. Y no diré a ver las estrellas porque eso, para ti, debe ser normal y ordinario en tus correrías de escoba, pero no un éxtasis arrebatador.

-No te vengas arriba, plumilla sobrado, aunque no te negaré mi sorpresa porque te tenía por poco desenvuelto y apocado en materia rijosa.

-¿Rijosa? A eso reduces, a lujuria sensual, nuestra íntima velada de anoche, de la que todavía no me repongo porque agrada sobremanera un dulce cansancio.

-Ay, escribiente enamoradizo, ni se te ocurra pensar en una relación formal conmigo porque te estarías equivocando y no quiero partirte el corazón o que te hieran los quebrantos del desengaño cuando me busques y no me encuentres.

-Qué mala manera, bruja, de poner colofón a nuestra noche, con lo entregada que te he sentido sin que hubiera un brujesco, sino natural, encantamiento de por medio.

-Bueno, de higos a brevas, de Feria en Feria, plumilla fogoso, podemos repetir estas citas y, si falla la naturalidad, ya me ocupo yo con obra de hechicería.

-¿Amores de Feria? ¿Para eso me quieres? Y yo que pensaba en todas esas parejas, muchas ya añosas en su larga relación, que se conocieron en la Feria y prolongaron la extrovertida diversión de esos días en una feliz convivencia de muchos años, celebrada cada Feria como un retorno de los buenos recuerdos a propósito de los aniversarios.

-Yo no te convengo, plumilla apasionado, porque me soportarías poco tiempo y daríamos al traste con lo nuestro, si es que algo fuera verdaderamente, de ese modo, compartido. Pero, comprensiva que es una, estoy dispuesta, y eso que no aprovechaste la oportunidad que ya te brindé cuando una viajera del AVE llegó el vienes, con el traje de flamenca bien enfundado, buscando remedio a su descontento y a procurarse esas alegrías con las que ya no se quita lo bailao; estoy dispuesta, digo, que me extiendo recordándotelo, a ponerte fácil un nuevo encuentro para que tantees si un amor de Feria puede resultar duradero y la viajera tarda en volver al lugar de donde vino.

-No bruja, no, yo te quiero a ti y me duele no ser correspondido, todavía más que, aunque creas consolarme, me ignores de tal modo y te zafes buscándome una alternativa. Mira, te lo voy a decir claro y sin doble intención: estoy dispuesto a vender mi alma al Diablo si así consigo tenerte cerca, bruja explosiva.

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