Calma antes de la zapatiesta andaluza

Calma antes de la zapatiesta andaluza

Antes de un terremoto, se percibe un estado de calma total, como si todo quedara en suspenso para la sacudida tectónica. También en el ojo del huracán hay calma, incluso bajo un cielo azul, antes de que alcance la furia. Entre el Congreso del PSOE y el Congreso del PP, todo parece tranquilo en noviembre hasta el desenlace de los presupuestos. Calma ficticia. De momento sólo se plantea la guerra de relatos, en la que se pelea para que el fracaso de la negociación se le atribuya al otro. El presidente y el líder de la oposición insisten en sus brindis. En esta guerra de relatos, la realidad es irrelevante: el PSOE percute en los 8.000 despidos apócrifos o en que son presupuestos diseñados a la medida de Vox mientras Vox sostiene lo contrario; y en el Gobierno hablan de su Revolución Verde o de bajadas de impuestos con la etiqueta de masivas. La realidad tendrá que esperar.

El relato jartible

Algunos dirigentes a menudo parecen creer que sus votantes son gente distinguida, no esa clase de idiotas lacanianos que se empeñan en ver la realidad. Eso debe resultar tranquilizador: saber, invirtiendo la humorada de Groucho, que muchos prefieren creerles a ellos antes que a sus propios ojos.

Los duelos parlamentarios no escapan a la lógica evanescente:

Ángeles Ferriz al presidente andaluz: “Usted es un presidente de la Junta muy del PP y muy de derechas”.–Juanma Moreno a la portavoz del PSOE: “Usted es muy del PSOE, pero del viejo PSOE; no hay aires nuevos”.

En realidad Moreno no es muy de derechas, y Férriz lo sabe; y la portavoz socialista no es del viejo PSOE, y el presidente lo sabe. De seguir así, con Férriz diciéndole a Moreno que es muy del PP y Moreno a Férriz que es muy del PSOE, los debates sólo pueden mejorar:

–Á. F.: “Es usted muy Juanma y muy Moreno...”–J. M.: “Usted es de Jaén, muy de Jaén y mucho de Jaén...”–Á. F.: “Observo, señor Moreno, que es usted muy moreno . ¿Casualidad? No lo creo. No nos imponga un horizonte oscuro”.–J. M.: “Era de esperar que usted razonase como los Ángeles pero como los Ángeles caídos, que nos invitan al infierno socialista... ”

La relación con la realidad es una asignatura pendiente. La política hace tiempo se convirtió en una extensión del márketing. La propaganda se impone, como esos eslóganes o etiquetas tipo Andalucía Vuela que se suma a Andalucía Funciona o Andalucía en Marcha, tan chavistas, tan susanistas. Parece absurdo, pero la realidad es secundaria. “España va mejor” decía esta semana Pedro Sánchez mientras España pasaba de ser el país que más iba a crecer en la UE al número 17; y Casado defendía que Arnaldo “es independiente”. Chirbes, en Crematorio, advertía que si tus ideas te impiden ver la realidad, no son ideas sino mentiras.

Reformar el Parlamento

Todos los presidentes de un Parlamento, antes o después, anuncian su propósito de “acercar el Parlamento a los ciudadanos...” . Después eso suele consistir en una jornada de puertas abiertas, quizá un tour amable, y poco más. En realidad, más que acercar el Parlamento a la calle, deberían acercarlos a la razón, a la dignidad institucional, al juego limpio. Eso ya es acercarlos a los ciudadanos. Lo que no quita para actualizar los usos, los tiempos y las formas. Ahora Marta Bosquet anuncia una reforma. Hay algún punto polémico (multas altísimas para quien no declare en una comisión) y cosas lógicas como reducir los masajes gubernamentales en las preguntas. Eso no significa que los ciudadanos, después de la reforma, vayan a no perderse un pleno. Nadie verá el streaming más allá de los periodistas; pero en definitiva ese es su trabajo. El periodismo, parafraseando a Chesterton, es contar a los ciudadanos un debate parlamentario que el ciudadano ni sabían que se iba a celebrar.

Andaluces, no os levantéis

Mientras se resuelve el debate de la financiación –es decir, mientras no se resuelve, porque la legislatura terminará sin que Hacienda haga nada– Miquel Iceta tira del concepto ficticio de cocapitalidad que se arrastra desde el zapaterismo-maragallismo para regar a Cataluña. La coartada es que allí hay instituciones con trascendencia nacional. Cosa que, al parecer, no tiene el Teatro de la Maestranza en Sevilla o Museo Picasso de Málaga por no ir más allá. La inversión para un catalán sobre un andaluz es el triple.

Corredor mediterráneo

La realidad, a pesar de la resistencia política, ésta ahí afuera. Cientos de empresarios protestaban esta semana en Madrid por el corredor mediterráneo, liderados desde Valencia. Este es un país concebido radialmente de, desde, en, entre, para, por Madrid, y décadas después de Estado de las autonomías y de integración en Europa, no ha cambiado nada. Mientras Madrid conecta con 22 ciudades, el Mediterráneo está desarticulado. El presidente de la patronal, Garamendi tampoco supera la mirada madrileña o vasco-catalana. Pero, como recordaba Juan Roig, el Mediterráneo es más del 50% de la población y de la riqueza. Son los grandes empresarios, como el almeriense Paco Martínez Cosentino, quienes tiran de un carro sin fuerza política. La ministra sostiene que llegará a Almería en 2026, aunque nadie confía en esa fecha. Para Almería es clave. Pero hay algo seguro: la parte andaluza del corredor, a través de Granada y Málaga hasta la estación término de Algeciras, tardará muchos años más. El sur seguirá perdiendo trenes.

Dieta mediterránea

Y esta semana, además del corredor mediterráneo, se revindicaba la dieta mediterránea. El Ministerio de Consumo presentaba un recetario saludable, pero no acaba de tener suerte Alberto Garzón, al que muchos siguen considerando el candidato deseable de Unidas Podemos a las andaluzas: sus campañas bienintencionadas, y casi siempre bien orientadas, acaban en polémicas o, lo que es peor, en parodias. Tal vez no fuese una gran idea vender dieta mediterránea con poke, sushi o rame; y una vez más puso la ironía Luis Planas, como en el extraño caso del chuletón: “si defiende la dieta mediterránea...”. Para la dieta mediterránea habría sido mejor hablar del tomate raf de Almería, garbanzos y otras legumbres de la Lonja de Sevilla, habas verdes de la comarca de Antequera y naranjas del Guadalhorce, tagarninas de la sierra que cantaba Carlos Cano, oro líquido virgen extra...

Jóvenes idiotas

A los ciudadanos no hay que exigirles que sigan los plenos del Parlamento, pero sí que estén vacunados. Si no por amor, como propone la campaña de la Junta de Andalucía, sí por civismo o por instinto de supervivencia. Andalucía es de los territorios más vacunados de Europa, y va resistiendo mejor; de hecho, el 80% de los hospitalizados en UCI son no vacunados. Pero el problema no está en los niños sin vacunar, como ha revelado Jesús Aguirre: “No es la franja que más me preocupa de 0 a 12 años, que no está vacunada; donde está dando más incidencia acumulada es la franja de 25 a 40 años, que son los de más negación a la vacunación.” Entre los 25 y los 40, esa edad para tener información, para haberte curado de los sarampiones bobos de la adolescencia, para valorar la vida... es donde hay más negacionistas, y seguramente un negacionismo pintón no exento de la sensación de invulnerabilidad que acompaña a la juventud, en el que hay mucho de ignorancia y mucho de estupidez. Son cientos de miles. Qué cosas.

Desinformación son los otros

Esta semana, por cierto, Inmaculada Nieto hablaba de desinformación. Vaya por delante que la desinformación existe y es un asunto serio; pero entre la clase política, y a menudo más allá, la desinformación se entiende como “aquella información que me disgusta o me perjudica”. Nunca hay críticas a una desinformación que te favorece, aunque sea desinformación pura y dura. O sea, detrás de las quejas sobre la desinformación casi siempre hay quejas contra un medio que te molesta. Y Unidas Podemos, desde su aspiración a controlar TVE a las campañas en redes contra periodistas, no aporta precisamente autoridad a Inmaculada Nieto.

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