Querido amigo Javier: este martes nos citamos en el Sánchez-Pizjuán para homenajearte. O lo que es lo mismo, para homenajear al periodismo deportivo sevillano. Es el Sevilla quien nos convoca, así que serás tachado de biriperiodista por toda suerte de maleducados e ineducados. Si fuera el Betis quien organizara los premios, desde el otro barrio, otros maleducados o ineducados serían quienes te afearían tu vocación lechuguil. Y te lo recuerdo no porque a ti te importe, sino para que los lectores que se den por aludidos, sepan que te importa una higa. Como a mí.

Era junio del 90 cuando echamos los dientes en El Correo de Andalucía. Ahí nació un colosal periodista deportivo, que no regateó un minuto de su tiempo por hacerlo lo mejor posible. Sólo así te devolvías al calor de Toñi y Alejandro. Y si tus formas fueron a veces rudas, seguro que los aprendices te lo agradecieron con el tiempo.

Cuando empezaste a firmar, no existía la posverdad, tampoco los títulos SEO, ni teníamos la espada de Damocles del juicio paralelo y sumarísimo de las redes sociales, ese foro donde convive la gente de bien con... las raleas de maleducados e ineducados que, demócratas de boquilla, aprovechan el mínimo error para pedir una cabeza.

Entre la noticia y el lector, estábamos nosotros con nuestro criterio. Ni más ni menos. Sin las tóxicas interferencias de hoy, que piden bloqueos a los medios, a todo el medio, si alguien opina y en sus formas se pasa de frenada.

Hace seis años ya que la vida te retiró de las trincheras para emprender una lucha personal en la que los tuyos te devolvemos ese mayúsculo caudal de energía que ofreciste en el ejercicio de tu profesión. Homenajearte es homenajear al periodismo deportivo.

"Comunicar" es la variante culta de "comulgar", le leí a la lingüista Lola Pons. Comunicar es tender puentes. Yo comulgo con tus ideas. O no. Qué profesión más hermosa. Y cómo la honraste, Javier Mérida Cidoncha, mi amigo del alma.