DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

Análisis

rogelio rodríguez

Cartelería electoral y la Memoria Histórica

Si la letra de los vencedores falta a la verdad, la de los vencidos rezuma venganza

En la pantalla de la gran política continúa la carta de ajuste. El nuevo Gobierno emite gestos de cartelería preelectoral y muestras de sosiego, que el gabinete de marketing de Moncloa teatraliza con imágenes de Pedro Sánchez correteando feliz con su perra Turca por los jardines de palacio, a la vez que ocultan las citas presidenciales con dirigentes que acuden a saldar la cuenta de su condicional apoyo. Muchos remos financiados va a necesitar Pedro Sánchez para alcanzar la lejana orilla de 2020, plazo inexistente en su más fresco imaginario que ahora considera indispensable para desarrollar un programa supeditado que cada día improvisan los gallos del alba.

El Gobierno de emergencia se ha apresurado en exhibir medidas de impacto social, como la universalización de la sanidad pública y la revalorización de las pensiones, de tan loable intención como elevado coste, ya que suponen un mordisco de casi 2.000 millones de euros al presupuesto que el Gobierno de Rajoy elaboró sin más concesiones que las otorgadas a la caja vasca. Pero, a tenor de lo visto y escuchado, la preocupación que más ocupa al Ejecutivo de Sánchez es la de rescatar la Memoria Histórica, que ya inició el Gobierno de Zapatero de forma aturdida, y desalojar del Valle de los Caídos los restos mortales del dictador Franco, tarea prioritaria donde las haya en un momento tan poco propicio para resucitar el revanchismo que los padres de la Constitución enterraron con generosidad y encomiable pericia.

Es cierto que cuarenta años después de la instauración de la democracia nada justifica que sigan sin exhumar las fosas con los huesos de unas cien mil víctimas inocentes y que el simbolismo del faraónico mausoleo franquista sólo es un vestigio anacrónico de la España que nunca debiera volver. Pero una cosa es restaurar mediante el consenso que tanto pregonan -ocasiones ha habido-, y otra muy distinta que, llegados al poder, los partícipes de una ideología pretendan reescribir las páginas negras de la historia a fin de inculpar en la pasada autarquía a sus actuales y demócratas adversarios políticos. Si la letra de los vencedores siempre falta a la verdad, la de los vencidos rezuma venganza, dos condimentos que envenenan la convivencia y el futuro.

A Pedro Sánchez debería inquietarle mucho más que el Estado de Derecho permanezca a oscuras en Cataluña, que los sucesores de los golpistas encarcelados o fugados reivindiquen el ilegal 1-O, reabran sus infames embajadas o boicoteen a Felipe VI. Para el Gobierno, el hecho de que el Jefe del Estado haya sido declarado persona non grata en varios municipios catalanes y las autoridades secesionistas le nieguen una sede institucional para la entrega de los Premios Princesa de Gerona no es más que un percance intrascendente que no puede empañar el fructuoso horizonte de diálogo que Sánchez y Torra afrontarán a partir del próximo día 9. "No hay plazo que no llegue ni deuda que no se pague", dijo don Juan Tenorio.

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