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Análisis

francisco herrera del pueyo

Presidente de Proyecto Hombre Sevilla

Cimientos de fe profundos y mano tendida a los hermanos

Muchos jóvenes cofrades de la época, hace ya varias décadas, teníamos como modelo el Pregón de Semana Santa de Enrique Osborne. Era la verdad, la autenticidad de lo que significa ser cofrade, cimientos de fe profundos que no están reñidos con la emoción y mano tendida a los hermanos. He tenido durante años párrafos subrayados y utilizados en charlas, incluso en homilías.

Algunos años después, cuando tuve la oportunidad de conocerlo personalmente, andaba en los comienzos de Proyecto Hombre. Había tanto dolor en tantos jóvenes y familias de Sevilla por culpa de las drogas que algo había que hacer. Quise ganarme a Enrique para la causa y él me ganó a mi para siempre y me contagió su vitalidad.

El primer reto era construir una casa grande y abierta donde acoger a los chicos en su sufrimiento. Teníamos un solar a la sombra de la Cruz del Cachorro, que no es mal sitio para comenzar, pero nada más. A él se le ocurrió y así lo hizo: para la casa donde se curen los jóvenes de Proyecto Hombre tienen que poner los cimientos los jóvenes cofrades de Sevilla.

Fue hablando personalmente con cada hermandad y la mayoría de los grupos jóvenes de las cofradías de Sevilla aportaron su parte para construir los cimientos más sólidos desde donde tender manos abiertas a todos. Después vendrían las paredes, las puertas, las ventanas y la vida en abundancia. Si se le diera la vuelta a cada ladrillo, decía a veces, encontraríamos el escudo de alguna hermandad.

Ya el camino emprendido no tuvo vuelta atrás. Durante más de veinticinco años Enrique ha estado viviendo y compartiendo. Ha sido frecuente verlo participar en todos los momentos importantes de la ciudad, en actividades culturales, sociales, deportivas, empresariales o de Iglesia. Pero en todo este tiempo ha sido extraordinariamente sensible al dolor más profundo, al tejido íntimo de la ciudad de Sevilla donde el sufrimiento se palpa y la vida está en juego.

Los hombres de verdad, de fe con cimientos y mano tendida, entienden estas cosas desde la trinchera, con los pies en el barro, conociendo por su nombre y mirando a los ojos a los chicos y las familias, a los voluntarios, a los terapeutas y los colaboradores.

Enrique, no sé si te lo enseñaron los jesuitas o venía de fábrica, pero has pasado por la vida como el Maestro "haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal" y te aseguro que todos los que formamos parte de Proyecto Hombre somos testigos.

Los que hoy lloramos tu pérdida damos gracias a Dios por haberte tenido de compañero de camino.

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