Crónica Personal

Ciudadanos pesca bien en otras aguas

Los cambios de chaqueta política han sido habituales en democracia, pero nunca como ahora, con la formación de Albert Rivera liderando el mercado de fichajes

El grupo de Ciudadanos posa en el Congreso tras la última sesión parlamentaria.

El grupo de Ciudadanos posa en el Congreso tras la última sesión parlamentaria. / Chema Moya / Efe

Días atrás saltaba una noticia que revolucionó las direcciones de Ciudadanos y del PP en Castilla y León: Silvia Clemente, presidenta de las Cortes castellanoleonesas y consejera en diversos gobiernos de Juan Vicente Herrera, dimitía y pedía la baja en el PP para convertirse en candidata de Cs a la Presidencia del Ejecutivo regional.

En la formación naranja, el diputado por Valladolid y miembro de la Ejecutiva nacional Francisco Igea anunciaba que se presentaría a las primarias compitiendo con el nuevo fichaje del partido, y declaraba después que jamás habría dado ese paso si considerara que Clemente era la persona “adecuada” para optar a la Junta.

En Madrid, en la sede nacional del PP, se frotaban las manos. Clemente era un personaje incómodo. Se investigaba su patrimonio y supuestas ayudas a la empresa de su marido, y no se conocían los resultados.

Un mes antes, mantuvo una reunión con miembros de la dirección a los que trasladó su desacuerdo con que Alfonso Mañueco, que había ganado las primarias para la presidencia del PP, fuera el candidato al Gobierno regional. Dijo que ella era la mejor aspirante, que había demostrado su lealtad al PP en sus 20 años de militancia, que era la persona adecuada para ganar por su trayectoria de gestión en diferentes consejerías y que no admitía la candidatura de Mañueco. La respuesta que obtuvo fue que el candidato sería éste.

Hace pocos días hizo pública una carta demoledora contra el presidente regional, incluso insultante, cuando comprendió que el PP no contaba con ella. Si iba de víctima se equivocó, porque se publicó una fotografía con miembros de Cs en un bar poco frecuentado por políticos y periodistas, lo que destapó su maniobra. Había ido a la formación naranja para ofrecerse candidata a la Presidencia de la Junta con el argumento de que sumaría docenas de miles de votos, y convenció al secretario general Villegas y al secretario de Organización Hervías. Baja en el PP, alta inmediata en Cs... y convulsión en este partido.

Igea anunció que se presentaba a las primarias, tuvo casi inmediatamente el apoyo del responsable de Economía del partido, Luis Garicano, también el de Toni Cantó, que va a ser candidato al Gobierno valenciano, y cuenta con el respaldo de al menos tres diputados y varios concejales de su región. La lucha va a ser muy reñida en las primarias y, si las gana Igea, Clemente tendrá un serio problema; pero dos de las personas de más confianza de Rivera, Hervías y Villegas, también.

Las mejores presas

En 40 años de democracia se han producido trasvases entre partidos. Los más sonados fueron diputados y miembros destacados del PCE que acabaron en el PSOE, o dirigentes de UCD que tras la desaparición del partido se pasaron a Alianza Popular. Sin embargo, nunca como ahora se han producido tantos fichajes en siglas ajenas como las protagonizadas por Cs. Que, hay que recordar, comenzó siendo un partido catalán y, cuando dio el salto nacional , se nutrió sobre todo de miembros destacados de UPyD.

Ahora va a incluir en su lista europea a los eurodiputados de la ya prácticamente extinta UyD, como Maite Pagazaurtundúa, pero lo harán como independientes. De momento.

Falto todavía de implantación nacional, ha aprovechado el descontento en un sector del PP por la llegada de Pablo Casado a la Presidencia de los populares, con su decisión de prescindir de algunas personas importantes del círculo de Rajoy y de Sáenz de Santamaría –que es el mismo– para ofrecerles la integración en la formación naranja. El último tocado para pasarse a Cs es el ex presidente balear José Ramón Bauzá, que podría ser candidato a la Alcaldía de Palma. Previamente, Cs intentó hace unos meses hacerse con los miembros del sector crítico del PP en Vigo.

Fichar antiguos miembros del Partido Popular forma parte de la tradición de Ciudadanos. El propio Girauta perteneció hace años a ese partido, aunque lo dejó antes de convertirse en persona relevante de Cs; y la portavoz naranja en el Ayuntamiento de Barcelona, Carina Mejías, fue parlamentaria autonómica del PP.

Han engrosado las filas de Cs altos cargos del Gobierno del ex presidente cántabro Ignacio Diego, la ex consejera de Sanidad del Ejecutivo de Monago en Extremadura, el ex portavoz del PP en el Ayuntamiento de Orense, y una diputada autonómica del PP en Valencia. El único escaño de Cs en el Parlamento extremeño lo ocupa una ex militante del PP, y hace poco tiempo el partido de Rivera intentó hacerse con el ex consejero de Economía de la Xunta de Feijóo, aunque finalmente no se concretó la operación.

Del BNG a Vox

Rivera no sólo mira hacia el PP, también le interesa el PSOE. Ha incorporado a sus filas como cabeza de lista al Congreso por Baleares al ex director de la Policía y Guardia Civil Joan Mesquida, que abandonó el PSOE hace varios meses; tiene los ojos puestos en el ex alcalde de La Coruña Francisco Vázquez, que se deja querer y aparece en actos junto a Rivera pero no se ha afiliado a Ciudadanos; pero en cambio acaba de dar el salto un nombre importante del socialismo: el ex ministro de Trabajo Celestino Corbacho, ex alcalde Hospitalet, que había pedido la baja en el PSC hace meses. El jueves, a la misma hora que Corbacho aparecía junto a Manuel Valls en Barcelona para anunciar que sería el número tres de la lista del candidato a la Alcaldía de Barcelona, Rivera comparecía en Madrid dando la misma noticia.

En esta España renovada, con caras jóvenes que quieren conformar sus partidos haciendo borrón y cuenta nueva como son los casos de PP y PSOE, que sólo mantienen un puñado de figuras pasadas, y con partidos con pocos años de vida que necesitan implantación en todas las provincias si quieren representación parlamentaria que les dé juego, no hay pudor para probar suerte en aguas ajenas e incorporar a sus filas a políticos desencantados o dispuestos a promocionar aunque sea bajo otras siglas.

Vox presume de que son tantas las llamadas a sus puertas que se ha visto obligado a hacer un casting para que no se cuele ninguna persona conflictiva, oportunista o infiltrada de otro partido. Se supone que tras esa selección concretará ya las listas de las elecciones generales, autonómicas, municipales y europeas, porque el tiempo se les echa encima y no tienen presencia –o no tenían hasta las elecciones andaluzas– en la mitad de las provincias españolas.

De momento, han protagonizado el fichaje más sorprendente de todos los conocidos hasta ahora: un personaje del BNG, Ramón Maceiras, conocido desde siempre por su vinculación con movimientos nacionalistas gallegos, se ha afiliado a Vox porque, dice, es el partido que mejor defiende el Estado.

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