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Conspirar en agosto

Asuntos importantes de la ciudad se podrían decidir estos días bajo una sombrilla

Una de las leyendas urbanas más extendidas es que los sevillanos son muy dados a conspirar en agosto. De modo que asuntos relacionados con la política, con la economía, con las instituciones, con las hermandades de la ciudad se podrían estar decidiendo estos días bajo una sombrilla de Chipiona, en un bar de Mazagón, en un hotel de Isla Canela, en un chiringuito de Fuengirola, o cualquiera sabe dónde, incluso en una peregrinación del camino de Santiago, o en un viaje al valle pasiego por unos días. Otros dicen que en Sevilla también hay conspiraciones en esas tardes largas y solitarias de tiendas cerradas, pero casi nadie los cree. Los días más conspirativos están en torno al 15 de agosto, por delante y por detrás. Días con tiempo para pensar. Puede que pensar sea lo peor.

Una de las leyendas urbanas más extendidas es que a Fulano lo convencieron para ser hermano mayor en una conspiración de agosto cuando se bañaba en La Antilla, o que un militante muy fiel consiguió entrar en la lista municipal gracias a su amistad con un veterano dirigente que veraneaba en un hotel de Zahara de los Atunes. Antes de pasar el trago en Barcelona, la gente ha visto a Pedro Sánchez en Sanlúcar de Barrameda con la señora Merkel, a Albert Rivera paseando por la playa de Novo Sancti Petri en Chiclana, a Pablo Casado con un migrante en Algeciras y después en Roquetas. Las cosas de agosto.

Una de las leyendas urbanas más extendidas nos advierte: las elecciones del Consejo General de Hermandades y Cofradías se pueden decidir estos días. Y no porque Paco Vélez y Antonio Piñero estén organizando concursos de castillos de arena para hermanos mayores, con circuitos, a ver si los pillan en Cádiz o en Huelva. El peligro está en las tertulias de chiringuitos. También se supone que hay aspirantes a concejales, en busca de afianzarse en las listas, que se pegan a sus jefes estos días, para estar más morenos llegado el caso.

Los grandes negocios, por el contrario, se cierran en los yates, en los resorts de lujo de Marbella o en el polo de Sotogrande, a donde no llegan los capillitas ni los políticos de barrio. Pero, al final, estas leyendas urbanas tan extendidas son como serpientes del verano. Algunos pican, y después se llevan el chasco. Porque llegará septiembre, con el otoño caliente (que en Sevilla es el veranillo de San Miguel), y quizá se olvidarán. Agosto puede que sea el mes de la amnesia y de las trolas.

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