Análisis

carmen pérez

Universidad de Sevilla

Contundencia

Dice el refranero que la confianza es lo más difícil de conseguir y lo más fácil de perder. También dice que se gana en mil actos y se pierde con uno. El BCE, que tiene el encargo de controlar la inflación, en el día de ayer se jugaba mucho. Ya cometió el error de no darle importancia a los primeros repuntes de precios: "Es transitorio", decía. Ahora, la inflación se mueve a unos niveles que marean: el 9,1% en agosto. Tenía que hacer algo contundente y lo ha hecho: ha elevado los tipos de interés oficiales en un 0,75%, la mayor subida de la historia de la entidad, que se sumará al 0,5% de incremento de julio. Y no serán las únicas.

Es su mandato. En el pasado ha utilizado la política monetaria con una intensidad impresionante, situando incluso los tipos de interés en negativo e innovando en los instrumentos utilizados. Había otros fines escondidos que el simple control de la inflación, pero lo cierto es que estaba moralmente autorizado a hacerlo porque estaba muy por debajo del 2%, objetivo del BCE. Parece increíble que en tan pocos meses la inflación se haya desatado tanto: la pasta de dientes se ha salido del tubo y ahora vienen todas las dificultades para volver a meterla dentro.

Así, ayer, Lagarde comunicó que los tipos de interés oficiales se sitúan en el 0,75%, 1,25% y 1,5%, para la facilidad de depósito, las operaciones principales de financiación y la facilidad marginal de crédito, respectivamente. Los más "halcones", partidarios de esta contundencia, se han impuesto, y con toda la razón, a las "palomas", que abogaban por subidas menores y escalonadas en el tiempo.

También comunicó que se seguirán incrementando "los tipos de interés en las próximas reuniones para moderar la demanda y proteger frente al riesgo de un aumento persistente de las perspectivas de inflación". Los expertos del BCE han revisado significativamente al alza sus proyecciones de inflación y ahora esperan que se sitúe, en promedio, en el 8,1% en 2022, el 5,5% en 2023 y el 2,3% en 2024, frente a las de junio: 6,8%, del 3,5% y 2,1%, respectivamente.

Por muy duro que pueda parecer, lo buscado con esta nueva subida de tipos es el enfriamiento de la economía. Y el impacto se consigue a través del euríbor, que sigue de cerca los tipos oficiales. En estos días cotiza a 1,913%, tras una escalada enorme, porque en abril aún estaba en negativo. Seguirá subiendo. El encarecimiento de la financiación afectará negativamente a las familias y empresas endeudadas. Este endurecimiento de las condiciones monetarias perjudicará el crecimiento y elevará el paro. Pero de eso se trata. El BCE no tiene otra opción que hacer lo que está haciendo porque la inflación perjudica a todos.

Y, en la lucha para combatir la inflación, los Estados tienen que ser muy prudentes con las medidas de protección que adopten, porque no son convenientes para conseguir que descienda. Así lo advirtió ayer Lagarde: deben estar dirigidas sólo a los hogares y empresas muy vulnerables, para limitar el riesgo de aumentar las presiones inflacionarias, mejorar la eficiencia del gasto público y preservar la sostenibilidad de la deuda. Nos queda un duro invierno: la inflación se combate con sufrimiento.

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