El caso del ex mayordomo del Valle se intentó llevar con discreción, hasta que no fue posible. Tuvo una repercusión evidente en la vida interna de una hermandad histórica y señera. Por eso, se debe situar en su contexto, sin extrapolaciones injustas y alejadas de la realidad. Según el auto de la juez Pilar Ordóñez, se le acusa por delitos de apropiación indebida y falsedad documental, en un desfalco por importe de 219.000 euros, entre los ejercicios de 2011 a 2015. A la espera de la resolución que tenga este caso, con todas las presunciones por medio, se puede interpretar como un ejemplo de corrupción. Si eso hubiera ocurrido en un partido, se diría que el ex mayordomo era un corrupto. El montante es muy inferior al del caso Bárcenas, claro, pero es una cantidad altamente significativa para una hermandad.

No es la primera vez que tiene problemas algún mayordomo. Pero en los últimos 40 años se pueden contar con los dedos de una mano (de una sola mano) los casos de presuntos descuadres de cuentas en las hermandades sevillanas. Y en ese tiempo ni se sabe cuántos mayordomos habrán cerrado cuentas.

En las cofradías no hay corrupción. Al contrario. Se puede afirmar que a los hermanos mayores, los mayordomos y los miembros de las juntas de gobierno, en general, les cuestan dinero. Tampoco es un buen negocio ser pregonero de la Semana Santa, por mucho que algunos estén pirrados por el nombramiento. El Pregón, como el cartel, es gratis y por amor al arte.

Luis Rodríguez-Caso fue presidente del Consejo, pregonero de la Semana Santa y hermano mayor de la Quinta Angustia. Para mí, una referencia del capillismo ilustrado. Luis me contó varios casos de personas que se habían arruinado por las donaciones. Hubo uno (al que no cito por discreción), todavía vivo, que perdió su negocio por regalar diversos estrenos y mejorar el patrimonio de su querida cofradía. ¿Y se lo agradecieron? Unos años después fue nombrado hermano mayor honorario.

Las familias de muchos cofrades, que han sufrido las pérdidas de tiempo y de dinero en sus propios hogares, saben de lo que hablo. Las cofradías sobreviven gracias a esa entrega. No es sólo una referencia abstracta a la dedicación gratuita de tantas horas extraordinarias. Eso que vemos en las calles durante los días de Semana Santa es, en gran medida, el fruto de la generosidad de muchas personas.

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