Análisis

Fernando Faces

San Telmo Business School

Débil Gobierno, fuertes desafíos

El futurible programa económico que resultaría del acuerdo entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias sería el menos adecuado para los desafíos inmediatos que tiene España.

Pedro Sánchez da la mano a Pablo Iglesias

Pedro Sánchez da la mano a Pablo Iglesias / Efe

Siempre es posible empeorar el escenario del que partíamos antes de las últimas elecciones. Un gobierno en coalición de PSOE y UP no es el más adecuado para el momento en que vive España de incertidumbre creciente, pérdida de confianza, fuerte desaceleración económica, alto endeudamiento externo y conflicto territorial. El preacuerdo ha provocado una inquietud máxima en los empresarios, pánico en la bolsa y desconcierto en los ciudadanos. La incoherencia, el descaro, el egocentrismo y la volubilidad de Pedro Sánchez sorprende a todos. Un acuerdo de gobierno que hace tan sólo unos días producía insomnio, a él y al 95% de los españoles, ahora se califica como una necesidad histórica para España. El futurible programa económico que podría resultar de este acuerdo sería el antiprograma, el menos adecuado para los desafíos inmediatos que tiene España: alto desempleo, elevado endeudamiento público, baja productividad, fuerte desaceleración económica y riesgo de fractura de la unidad de España.

El preacuerdo recoge como primer objetivo fomentar el crecimiento económico y la creación de empleo. Hasta aquí todos de acuerdo. El problema es cómo conseguirlo, con qué políticas. Lo cual por su falta de concreción no se especifica. El crecimiento económico y la creación de empleo sólo se puede conseguir si se cumplen dos requisitos previos: estabilidad presupuestaria y financiera y confianza de los empresarios e inversores en el Gobierno y en sus políticas. Desgraciadamente un gobierno de coalición del PSOE con UP no cumple ninguno de los dos requisitos previos, si nos atenemos a las políticas que se recogieron en la propuesta de Presupuestos Generales del Estado de 2019, que no se llegaron a probar en el Congreso de Diputados.

Con el gobierno de coalición la estabilidad y el equilibrio presupuestario no están garantizados. El déficit publico estructural es el más alto de la Eurozona, aproximándose al 3% del PIB, muy por encima del 0,5% recomendado por Bruselas, y la deuda pública alcanza casi 100%. Este desequilibrio aumentará como consecuencia de desorbitado aumento del gasto público estructural que se deriva de las propuestas que se recogieron en el proyecto de presupuestos de 2019. Para financiar este incremento de gastos ambos proponen una espectacular subida de los impuestos: del IRPF hasta un máximo del 52-55%, del ahorro y las rentas de capital hasta el 27-30%, del impuesto de sociedades un mínimo del 15%, de los dividendos, de las cotizaciones sociales etc. Esta subida de impuestos que podría llegar a los 80.000 millones de euros según la propuesta de UP, hundiría el crecimiento económico ahuyentando la inversión interior y exterior, en un delicado momento de fuerte desaceleración económica e incertidumbre.

Pero el mayor desequilibrio que tiene España, que es la causa del escaso potencial de crecimiento y creación de empleo, es la baja productividad y competitividad. Para luchar contra este desequilibrio son necesarias las reformas estructurales de la administración pública, de los mercados, del sistema productivo, de las instituciones y de la calidad de la educación. En los diez puntos del acuerdo no se recoge ninguna de las grandes reformas pendientes. Son necesarias mejoras de la productividad, tanto del sector privado como del sector público. Es necesaria una reforma de la administración pública para hacerla más eficiente y productiva, perfeccionar la reforma laboral para hacer más flexible y eficiente el mercado trabajo, continuar con la liberalización de los mercados de bienes y servicios , reducir la burocracia y la administración pública paralela, crear incentivos para aumentar el tamaño de las empresas, crear un ecosistema que propicie la innovación, el desarrollo y la internacionalización de las empresas, crear un mercado único nacional y homogeneizar la legislación de las autonomías, impulsar un pacto por la educación , acometer con realismo una profunda reforma de las pensiones para hacerla sostenibles en el futuro etc. Pero de estas reformas, pendientes y necesarias, nada se recoge en los puntos programáticos del preacuerdo, ni en sus programas electorales. Todo lo contrario, sus propuestas implican más intervencionismo económico: del mercado inmobiliario mediante el control del precio de los alquileres y de la vivienda, en el mercado energético, en el mercado de trabajo y en la banca volviendo a resucitar la banca pública con Bankia y el ICO. En definitiva, el temor de los empresarios, que son los que crean empleo, y de los inversores nacionales y extranjeros que son los que lo financian, es que esta coalición de gobierno desarrolle un antiprograma económico de derroche de gasto público, fiscalidad agresiva e inhibidora del crecimiento y contrarreformas y abolición de la reformas laborales y financieras, que han sido el soporte del crecimiento y creación de empleo de España en los cinco últimos años. Para mitigar estos problemas Pedro Sánchez se reservará los ministerios que más incidencia tienen sobre la economía: hacienda, economía y otros. También es fundamental mantener a Nadia Calviño como vicepresidenta para asuntos económicos. Su buena relación con Bruselas y su experiencia como directora general de Presupuestos de la Eurozona,daría cierta tranquilidad a Bruselas, así como a los empresarios e inversores internacionales.

En cuanto al conflicto de Cataluña, difícilmente lo van a poder reconducir a unos cauces de diálogo dentro de la Constitución, si tienen que pedir su apoyo para la investidura y la gobernabilidad de la legislatura. Las demandas serán desorbitadas e inaceptables, agudizando el conflicto y prolongándolo en el tiempo. Estoy convencido de que la parte más sensata y responsable del PSOE no a prueba está peligrosa estrategia. Todavía no sabemos si este preacuerdo llegará a término y posibilitará la investidura. Si no fuera posible Pedro Sánchez todavía está a tiempo de intentar lo que desde el principio tenía que haber hecho, que es trabajar en la consecución de un acuerdo y consenso programático con partidos moderados de centroderecha como PP y Ciudadanos. Ahora será más difícil, ya que la decisión se tomó impulsivamente y sin hablar previamente con ellos.

Sin embargo, es la única alternativa para evitar una catástrofe económica y social en un momento de fuerte desaceleración económica. Es necesario configurar un gobierno, en minoría o en coalición, con el respaldado de los partidos constitucionales de centro derecha e izquierda. Puede ser una utopía, pero las graves y peligrosas circunstancias económicas y sociales y políticas en las que España se va a desenvolver en los próximos años lo exigen. Ha llegado la hora de los políticos responsables.

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